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lunes, 7 de julio de 2014

Nota sobre la historieta ¡¡FACUNDO!! en la sección Cultura del diario Tiempo Argentino

El sábado 5 de julio, el diario Tiempo Argentino, en su sección Cultura, publicó esta nota, realizada por el periodista Juan Pablo Cirelli, sobre nuestro último libro publicado con La Duendes, sobre la vida del caudillo riojano y prócer federal Juan Facundo Quiroga, el "#Tigre de los llanos". Aquí se puede leer completa:

Un antihéroe de la Historia oficial convertido en héroe de historieta


  

Como suele ocurrir, algunos párrafos de mis respuestas a las preguntas de Cirelli quedaron afuera por falta de espacio, por lo que me parece oportuno presentar aquí la versión completa del cuestionario que acompaña a la muy buena nota del periodista, quien ya nos había dedicado una nota en el mismo diario con motivo de la aparición de La Vuelta de Obligado:   

  1. ¿Cómo surgió el proyecto de abordar la figura de Facundo Quiroga desde la historieta? ¿Por qué elegiste trabajar sobre él?
Tengo que hacer memoria, porque se trata de una historieta que se publicaba diariamente en el diario la Voz, en el año 1984. Anteriormente había escrito y dibujado la vida de Manuel Dorrego, y eso me llevó a investigar mucho sobre su época, las luchas entre federales y unitarios, las razones de su fusilamiento a manos de Lavalle, etc. y cuanto más leía, más nítida surgía la figura de Facundo Quiroga, el caudillo riojano que le puso freno a las ambiciones de Rivadavia, que le impidió entregar las minas de Famatina a los capitales ingleses, que se levantó contra los unitarios cuando cayó Dorrego, que siempre tuvo una fama que le dio dimensiones de leyenda, y que seguramente ha sido el más odiado de los líderes del interior, y el más venerado por sus seguidores. Todo eso, más el hecho de tener el espacio para contar la historia que yo propusiera a la gente del diario, que me daba mucha libertad, me dio la pauta de que era el camino a seguir: los caudillos, empezando por el más grande, al cual seguiría El Chacho Peñaloza, que se publicó a continuación.

  1. Supongo que tabajar con un personaje real de tanto peso dentro de la historia argentina debe haber sido una carga extra a la hora de hacerlo. ¿De qué manera te documentaste para que el trabajo tuviera cierto rigor histórico? ¿Te sentiste condicionado de alguna manera?

No, no me sentí condicionado para nada. Se puede decir que hice lo que quise y lo que pude, dadas las limitaciones que mi conocimiento de la historia nacional habrá tenido en ese entonces. Me documenté bastante, releyendo incluso el Facundo de Sarmiento, aunque preferí atenerme más a lo que contaban autores como Félix Luna en “Los Caudillos”, a Carlos Newton, a Pedro De Paoli, y una cantidad de notas de la revista Todo es Historia, que venía coleccionando desde siempre. Lo más arduo fue sintetizar tanta información en un guión que, además, tenía la obligación de ser entretenido y dinámico; pero tuve la ventaja de ir escribiendo a medida que dibujaba, de manera que iba resolviendo un problema por vez. En la parte gráfica, me fue muy útil la Vida de Don Juan Manuel de Rosas de Manuel Gálvez, que venía en fascículos profusamente ilustrados con gran cantidad de reproducciones de cuadros y dibujos de la época.

  1. Todos los personajes históricos, en mayor o menor medida, tienen sus contradicciones. En algunas esas diferencias son más notorias, y figuras antagónicas de la relevancia histórica de Sarmiento o Perón las tienen y son muy evidentes. Y puede decirse que esas contradicciones los enriquecen en tanto personajes. En el caso de tu retrato de Quiroga, ¿tuviste que elegir alguna faceta específica del personaje o te permitiste exponer sus contradicciones?

A la hora de elegir situaciones y anécdotas, intervenía el historietista, es decir, si la leyenda era interesante, la contaba, por más que tal vez no haya sido verdadera o fuera claramente una exageración, como las cosas que se contaban del Moro, el caballo de Facundo, que le avisaba si iba a ganar o perder una batalla Si tenía que mostrar al Lamadrid como un valiente, lo hacía, aunque fuera del otro bando, porque era así nomás. Incluso tomé algunas cosas de Sarmiento, aunque como dije antes, mi visión del personaje era totalmente opuesta. Pero el sanjuanino las contaba tan bien...! Supongo que hoy en día trataría de basarme más en una óptica 100% revisionista, pero en aquellos tiempos me faltaba más conocimiento de la historia. De todas formas, pienso que así resultó una visión más completa del personaje, que por tener muchas facetas contradictorias, se presenta más humano, como bien decís.



4.- A partir del trabajo de adaptación de ese relato a un género en particular como la historieta, que tiene sus reglas y convenciones, ¿elegiste o necesitaste tomar alguna libertad creativa que te apartara de lo estrictamente histórico, pero que representara una ventaja a la hora de ir contando la historia en cuadritos?



Salvo inventar muchos diáloos, ya que era imposible saber exactamente lo que se habló en las situaciones reales, traté de ajustarme lo más posible a lo que contaban las fuentes que consulté. Por supuesto, mi instinto de historietista me llevaba indefectiblemente a desmenuzar las situaciones en secuencias o cuadritos que tratan de dar agilidad y emoción a la acción, y, al tratarse de una publicación diaria, que siempre quedara algo de suspenso en el último cuadrito. Este recurso, como en los folletines del pasado, cuando el material se recopila en un libro, suele darle una gran dinámica a la historia, a pesar de algunas inevitables repeticiones. A diferencia de lo que hice después, en la Vida de El Chacho, no creé ningún personaje ficticio.



5.- De cuándo data el proyecto? ¿Se publicó antes? ¿Cuándo y por qué se decidió volver a publicarlo ahora?



Como te decia antes, el diario La Voz lo publicó durante más de seis meses, a razón de una página por día, en el año 1984, a poco de haberse restaurado la democracia. Todos estos trabajos históricos, al cerrar el diario en 1985, pasaron a dormir el “sueño de los justos”. En el ambiente de la historieta, dominado por las editoriales Columba y Record, habían pasado prácticamente desapercibidos y a partir de ahí yo no había encontrado ninguna oportunidad de republicarlos. Por suerte, los originales quedaron en mi poder. Cuando, en el año 2009, el conductor de la editora patagónica La Duendes, Alejandro Aguado, me contactó por internet y me realizó una larga nota sobre mi carrera, al mencionar esta parte poco conocida de mi actividad, le resultó muy interesante, ya que este grupo está abocado a rescatar buena parte de la historieta nacional, y me ofrecieron subir estas historietas a su blog Historieta Patagónica. Así fue como empezamos con Juan Moreira, seguimos con Dorrego, Facundo, y actualmente estamos subiendo El Chacho, la última de la serie. A medida que estos trabajos se iban conociendo a través de la web, el eco favorable que recibimos nos hizo concebir la idea de recopilar cada historieta en un libro. Así aparecieron Juan Moreira en 2010, Dorrego en 2011, y Facundo en 2014. Dada la gran cantidad de páginas (205), que encarecería mucho el costo, jugamos más conveniente re-diagramar la historieta y de esa manera, sin eliminar ni un solo cuadrito, conseguimos dar a la luz un libro de sólo 94 páginas, con espacio incluso para un prólogo del escritor Pablo Hernández y una nota de presentación del historietista Silvestre Szilagyi. Naturalmente, hemos tenido en cuenta que estamos en una época en que se ha revalorado mucho al Revisionismo Histórico, y por lo tanto, hay un público cada vez más grande que espera conocer más a fondo nuestra verdadera historia. La historieta en este caso, actúa como un puente hacia los libros de historia, enteteniendo al lector, dándole pistas, pero dejándolo con ganas de saber más sobre el tema, como me pasó a mí cuando leía de chico historietas como El Huinca, Patria Vieja o El Cabo Savino.



6.- El libro tiene una nota del editor que se disculpa por la imposibilidad de publicar dos páginas específicas en mejores condiciones debido al mal estado de los originales. ¿Qué fue lo que pasó con esas páginas? ¿No era posible restaurarlas?



Si bien el diario me devolvía los originales, algunos de ellos se perdieron. Excepto una página, que re-dibujé especialmente, el resto, no muchas, las fotocopié de los diarios que conservan en la hemeroteca de la Biblioteca del Congreso. Lamentablemente, el estado de estos diarios no era muy bueno, y además la impresión dejaba bastante que desear, así que hubo que acudir al retoque digital y se logró que las páginas fueran legibles, aunque no pudimos evitar una menor calidad. Por supuesto, hubiera podido re-dibujarlas todas, pero creo que se hubiera perdido la visión con que escribí y dibujé las originales y me pareció más importante rescatar eso. Y mantener la armonía con la gran mayoría de las páginas.

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