Un antihéroe de la Historia oficial convertido en héroe de historieta
Como suele ocurrir, algunos párrafos de mis respuestas a las preguntas de Cirelli quedaron afuera por falta de espacio, por lo que me parece oportuno presentar aquí la versión completa del cuestionario que acompaña a la muy buena nota del periodista, quien ya nos había dedicado una nota en el mismo diario con motivo de la aparición de La Vuelta de Obligado:
- ¿Cómo surgió el proyecto de abordar la figura de Facundo Quiroga desde la historieta? ¿Por qué elegiste trabajar sobre él?
Tengo
que hacer memoria, porque se trata de una historieta que se publicaba
diariamente en el diario la Voz, en el año 1984. Anteriormente había
escrito y dibujado la vida de Manuel Dorrego, y eso me llevó a
investigar mucho sobre su época, las luchas entre federales y
unitarios, las razones de su fusilamiento a manos de Lavalle, etc. y
cuanto más leía, más nítida surgía la figura de Facundo Quiroga,
el caudillo riojano que le puso freno a las ambiciones de Rivadavia,
que le impidió entregar las minas de Famatina a los capitales
ingleses, que se levantó contra los unitarios cuando cayó Dorrego,
que siempre tuvo una fama que le dio dimensiones de leyenda, y que
seguramente ha sido el más odiado de los líderes del interior, y
el más venerado por sus seguidores. Todo eso, más el hecho de tener
el espacio para contar la historia que yo propusiera a la gente del
diario, que me daba mucha libertad, me dio la pauta de que era el
camino a seguir: los caudillos, empezando por el más grande, al cual
seguiría El Chacho Peñaloza, que se publicó a continuación.
- Supongo que tabajar con un personaje real de tanto peso dentro de la historia argentina debe haber sido una carga extra a la hora de hacerlo. ¿De qué manera te documentaste para que el trabajo tuviera cierto rigor histórico? ¿Te sentiste condicionado de alguna manera?
No,
no me sentí condicionado para nada. Se puede decir que hice lo que
quise y lo que pude, dadas las limitaciones que mi conocimiento de la
historia nacional habrá tenido en ese entonces. Me documenté
bastante, releyendo incluso el Facundo de Sarmiento, aunque preferí
atenerme más a lo que contaban autores como Félix Luna en “Los
Caudillos”, a Carlos Newton, a Pedro De Paoli, y una cantidad de
notas de la revista Todo es Historia, que venía coleccionando desde
siempre. Lo más arduo fue sintetizar tanta información en un guión
que, además, tenía la obligación de ser entretenido y dinámico;
pero tuve la ventaja de ir escribiendo a medida que dibujaba, de
manera que iba resolviendo un problema por vez. En la parte gráfica,
me fue muy útil la Vida de Don Juan Manuel de Rosas de Manuel
Gálvez, que venía en fascículos profusamente ilustrados con gran
cantidad de reproducciones de cuadros y dibujos de la época.
- Todos los personajes históricos, en mayor o menor medida, tienen sus contradicciones. En algunas esas diferencias son más notorias, y figuras antagónicas de la relevancia histórica de Sarmiento o Perón las tienen y son muy evidentes. Y puede decirse que esas contradicciones los enriquecen en tanto personajes. En el caso de tu retrato de Quiroga, ¿tuviste que elegir alguna faceta específica del personaje o te permitiste exponer sus contradicciones?
A
la hora de elegir situaciones y anécdotas, intervenía el
historietista, es decir, si la leyenda era interesante, la contaba,
por más que tal vez no haya sido verdadera o fuera claramente una
exageración, como las cosas que se contaban del Moro, el caballo de
Facundo, que le avisaba si iba a ganar o perder una batalla Si tenía
que mostrar al Lamadrid como un valiente, lo hacía, aunque fuera del
otro bando, porque era así nomás. Incluso tomé algunas cosas de
Sarmiento, aunque como dije antes, mi visión del personaje era
totalmente opuesta. Pero el sanjuanino las contaba tan bien...!
Supongo que hoy en día trataría de basarme más en una óptica 100%
revisionista, pero en aquellos tiempos me faltaba más conocimiento
de la historia. De todas formas, pienso que así resultó una visión
más completa del personaje, que por tener muchas facetas
contradictorias, se presenta más humano, como bien decís.
4.-
A partir del trabajo de adaptación de ese relato a un género en
particular como la historieta, que tiene sus reglas y convenciones,
¿elegiste o necesitaste tomar alguna libertad creativa que te
apartara de lo estrictamente histórico, pero que representara una
ventaja a la hora de ir contando la historia en cuadritos?
Salvo
inventar muchos diáloos, ya que era imposible saber exactamente lo
que se habló en las situaciones reales, traté de ajustarme lo más
posible a lo que contaban las fuentes que consulté. Por supuesto, mi
instinto de historietista me llevaba indefectiblemente a desmenuzar
las situaciones en secuencias o cuadritos que tratan de dar agilidad
y emoción a la acción, y, al tratarse de una publicación diaria,
que siempre quedara algo de suspenso en el último cuadrito. Este
recurso, como en los folletines del pasado, cuando el material se
recopila en un libro, suele darle una gran dinámica a la historia, a
pesar de algunas inevitables repeticiones. A diferencia de lo que
hice después, en la Vida de El Chacho, no creé ningún personaje
ficticio.
5.-
De cuándo data el proyecto? ¿Se publicó antes? ¿Cuándo y por
qué se decidió volver a publicarlo ahora?
Como
te decia antes, el diario La Voz lo publicó durante más de seis
meses, a razón de una página por día, en el año 1984, a poco de
haberse restaurado la democracia. Todos estos trabajos históricos,
al cerrar el diario en 1985, pasaron a dormir el “sueño de los
justos”. En el ambiente de la historieta, dominado por las
editoriales Columba y Record, habían pasado prácticamente
desapercibidos y a partir de ahí yo no había encontrado ninguna
oportunidad de republicarlos. Por suerte, los originales quedaron en
mi poder. Cuando, en el año 2009, el conductor de la editora
patagónica La Duendes, Alejandro Aguado, me contactó por internet
y me realizó una larga nota sobre mi carrera, al mencionar esta
parte poco conocida de mi actividad, le resultó muy interesante, ya
que este grupo está abocado a rescatar buena parte de la historieta
nacional, y me ofrecieron subir estas historietas a su blog
Historieta Patagónica. Así fue como empezamos con Juan Moreira,
seguimos con Dorrego, Facundo, y actualmente estamos subiendo El
Chacho, la última de la serie. A medida que estos trabajos se iban
conociendo a través de la web, el eco favorable que recibimos nos
hizo concebir la idea de recopilar cada historieta en un libro. Así
aparecieron Juan Moreira en 2010, Dorrego en 2011, y Facundo en 2014.
Dada la gran cantidad de páginas (205), que encarecería mucho el
costo, jugamos más conveniente re-diagramar la historieta y de esa
manera, sin eliminar ni un solo cuadrito, conseguimos dar a la luz un
libro de sólo 94 páginas, con espacio incluso para un prólogo del
escritor Pablo Hernández y una nota de presentación del
historietista Silvestre Szilagyi. Naturalmente, hemos tenido en
cuenta que estamos en una época en que se ha revalorado mucho al
Revisionismo Histórico, y por lo tanto, hay un público cada vez más
grande que espera conocer más a fondo nuestra verdadera historia. La
historieta en este caso, actúa como un puente hacia los libros de
historia, enteteniendo al lector, dándole pistas, pero dejándolo
con ganas de saber más sobre el tema, como me pasó a mí cuando
leía de chico historietas como El Huinca, Patria Vieja o El Cabo
Savino.
6.-
El libro tiene una nota del editor que se disculpa por la
imposibilidad de publicar dos páginas específicas en mejores
condiciones debido al mal estado de los originales. ¿Qué fue lo que
pasó con esas páginas? ¿No era posible restaurarlas?
Si
bien el diario me devolvía los originales, algunos de ellos se
perdieron. Excepto una página, que re-dibujé especialmente, el
resto, no muchas, las fotocopié de los diarios que conservan en la
hemeroteca de la Biblioteca del Congreso. Lamentablemente, el estado
de estos diarios no era muy bueno, y además la impresión dejaba
bastante que desear, así que hubo que acudir al retoque digital y se
logró que las páginas fueran legibles, aunque no pudimos evitar una
menor calidad. Por supuesto, hubiera podido re-dibujarlas todas, pero
creo que se hubiera perdido la visión con que escribí y dibujé las
originales y me pareció más importante rescatar eso. Y mantener la
armonía con la gran mayoría de las páginas.
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