El estudio de Jaime Díaz Producciones empezó 1986 trabajando intensamente. En la sección de layouts, bajo la supervisión de Armando Dacol y Manuel Cativa, series como Rambo y Chuck Norris reclamaron más dibujantes "serios", principalmente los provenientes de Columba, como Sergio Mulko, Carlos Leopardi, Alberto Saichan, Roque Vitacca, Andrés Klacik y hasta el mismo Daniel Haupt, uno de aquellos gloriosos 12 Famosos Artistas de la Panamericana de Arte, pasaron por allí, sin olvidar a glorias como Héctor Torino, Jesús Balbi, Mannken (Víctor Braxator), Chiche Medrano, mi antiguo "jefe", y el joven Carlos Meglia, ya un fuera de serie.
Primer episodio de Wildfire
Massaroli, Balbi, Mulko y Caliva después de una noche de cierre
Leopardi viendo dibujar a Díaz
En la mesa de animación de la que salieron tantas escenas
El supervisor, Armando Dacol, distribuía las escenas entre los dibujantes según la capacidad de producción de cada uno. Eso hizo que generalmente el infatigable Klacik se llevara la mayor parte. Por un tiempo se encargó de dibujar los fondos, con gran calidad, el dibujante Ingo Elfers, antiguo ayudante de Medrano.
Carlos Leopardi en su mesa de trabajo
Con Torino y Leopardi, tras una dura jornada en Jaime Díaz Producciones.
Se ganaba bien, se estaba entre amigos. Quedan los recuerdos. Muchos,
como por ejemplo aquella noche en que nos quedamos a cerrar una entrega y
terminamos pintando con unos acrílicos carísimos que había traído Jaime
Díaz de USA, y mientras Balbi acometía la imagen de un tren cortando
el horizonte ante el asombro de Mulko, Leopardi le decía: "Más luz,
maestro, más luz..." Mannken, no abandonaba su tablero, pero acompañaba
con aquella típica sonrisa irónica que Leopardi supo captar en un rápido apunte a gran tamaño, en donde
exhibía su técnica publicitaria. O aquel duelo de bollos de papel de
oficina a oficina entre Meglia y Vitacca contra Caliva y quien escribe,
imprevistamente interrumpido por un pesado frasco lleno de lápices arrojado por
Medrano, que por suerte no aterrizó sobre ninguna cabeza. O aquel loro tropical instalado sobre el marco de la puerta, al que algunos dibujantes al pasar, no le
mezquinaban mimos y otros, insultos. En fin... ¡qué tiempos aquéllos!
Tuve el privilegio de bocetar muchas de las escenas de Wildfire
que Balbi luego terminaría con su trazo preciso, indestructible, genial. ¡Qué
orgullo haber trabajado con semejante maestro y contado con su amistad!
Dibujamos ese año los 13 ó 14 episodios de Wildfire completos, de cabo a rabo. Cientos de escenas en cada uno a razón de un episodio cada dos semanas .Fue muy bueno mientras duró. Allí, en la planta baja de Perú al 500, se creó un gran clima de camaradería entre los historietistas "exiliados" en aquel hospitalario estudio de animación. Con el tiempo, gracias a la magia de internet, nos enteramos que se convirtió en una serie de culto en muchos países... Pero esa ya es otra historia.
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