En el mismo número de la revista Gente en que se anunciaba el comienzo del Mundial, salía esta foto del reciente Primer Encuentro del Humor y la Historieta realizado en Lobos: Caloi, Macagno, Aldo Rivero, Cedrés, Seguí, Bróccoli, Ibáñez, Ferro, Rep, Trigo, Pedrazzzini, Pergament, Lucho Olivera; abajo: Massaroli, Marchionne, Mandrafina y el francés Mechain
Nos reuníamos en un Cheburger de la esquina de Florida y Sarmiento a ver los partidos. Recuerdo la tremenda sorpresa del 6 a 1 contra Perú. A partir de ahí el júbilo fue imposible de detener. Todo fue in crescendo hasta la final, cuando con mi hermana y algunos amigos más terminamos los festejos en el Obelisco, a la noche, viendo pasar corriendo a Menotti y algunos jugadores con la camiseta argentina, cumpliendo la promesa que habían hecho si ganaban.
Dibujo de la "barra de IDA", que realicé poco después: Atrás: chicas ramallenses, Rep, Juaro y novia, "el Gordo"; adelante: Massaroli, Adriana, Víctor Toppi, Andrea y Jorge.
IDA, 1977. Grupo de alumnos deIDA con nuestro maestro, Pablo Pereyran entre los que se ven alguinos de los que aparecemos en el dibujo de un año después: Massaroli, Teresa (la rubia, chilena), Carlitos el peluquero (de bigotes, arriba) Alberto Seco, José Colamussi, Vicky Magan (abajo, izquierda), Víctor Toppi, Alicia Natale, Lidia Akamine y Juan Romero (Juaro).
Poco después, llegó la policía y nos invitó no muy amablemente a despejar la zona diciendo que la fiesta había terminado y que "mañana es lunes y hay que trabajar". De pronto, volvimos a la realidad de que estábamos viviendo bajo una dictadura.
El Gaucho Mundialito, creación de Jorge de los Ríos para García Ferré, adoptado como mascota oficial del evento
Ahora, contar esto da un poco de vergüenza, sabiendolo que ignorábamos en aquel momento: el horror que encubrían ese mundial y esos festejos pero es lo que uno vivió y más verguenza sería negar que por una vez en la vida, uno se sintió parte de una muchedumbre de argentinos alegres, felices y que enarbolaban una sola bandera.
El baño de realidad continuó al amanecer, cuando en Plaza de Mayo una multitud cantaba "Videla, Videla, dejate de joder, si hoy se labura vos sos un holandés" y llovían papelitos desde las oficinas donde, sí, se trabajaba nomás; no hubo asueto. La ilusión había terminado.
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