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martes, 4 de diciembre de 2018

Sobre la Historieta histórica y gauchesca

Acaba de aparecer en el espacio virtual el N° 5 de la Revista digital del Instituto de Investigaciones del Área de Folklore, de la UNA, con el nombre de identidad Cultural, y como siempre dirigida por el historiador Hugo Chumbita, en la que se me ha concedido un espacio para un trabajo mío sobre la Historieta histórica y gauchesca a través de más de 100 años de historia argentina. Se ha publicado la primera parte, quedando dos partes más para los próximos números.

Estos son los promeros tramos de la nota: 

LA HISTORIETA HISTÓRICA Y GAUCHESCA (1ª parte)

20/11/2018
El arte de la historieta ocupa un espacio importante en el terreno o cultural, por su capacidad de intervenir en la educación de las nuevas generaciones de manera ágil y entretenida. La Argentina ha producido una de las grandes escuelas de historieta, y muchos de nuestros autores han influido en sus colegas de América latina, Estados Unidos, Europa y otras latitudes. Aquí nos centraremos en la historieta que cuenta nuestra propia historia; algo que no siempre fue fácil hacer, dada la óptica extranjerizante que se nos imponía. En una visión amplia −aunque no exhaustiva− del recorrido de este género, veremos cómo, tras comenzar imitando a los grandes maestros norteamericanos, empieza a surgir la inquietud de buscar un lenguaje propio, pasamos por la influencia italiana y francesa, y vivimos los vaivenes del mercado editorial nacional.

   Hace un tiempo participé de una animada charla entre dibujantes chilenos y argentinos, donde la discusión se empantanó en el dilema “manga japonés versus comics norteamericanos”. Se puso mucha energía en argumentar a favor o en contra de ambas formas de narrativa gráfica, pero nadie mencionó ni abogó por una historieta nacional. ¿Es natural esto? ¿No deberíamos dedicar más tiempo y esfuerzo a descubrir, difundir y realizar una historieta que tenga que ver con nosotros mismos? ¿No es alienante poner tanta atención en lo que nos llega de otras regiones y tratar de imitar lo que no somos? ¿No sería bueno que nos ocupáramos más de contar la historia de nuestros países, de nuestro continente?

   Se me preguntará tal vez qué es una historieta nacional, trayendo a colación el dilema que planteaba Alberto Breccia en 1978: “¿Con qué patrón definimos lo nacional? ¿Es nacional El Eternauta porque transcurre en Buenos Aires y no el Sargento Kirk porque pertenece a la épica de la conquista del Oeste norteamericano, aun cuando las dos hayan sido escritas y dibujadas en el país?“ (Trillo y Saccomanno, 1980: 152).

   Trataremos de aportar datos que ayuden a encontrar una respuesta. En casi noventa años que abarca el desarrollo de esta forma de expresión en la Argentina, hay una extensa producción de historietas que contemplan nuestra historia, recreada por una legión de artistas que tenían y tienen el corazón "mirando al sur".

Los primeros gauchos de tinta
Debo al aporte de Cipriano Lavalla el descubrimiento de una curiosa historieta infantil de Cándido Villalobos, en la revista Caras y Caretas de mayo de 1899, que
muestra el ensayo de una historieta nacional ya en el siglo XIX ¡nada menos que con el emblemático Juan Moreira como protagonista!

  Desde 1912 se comienzan a publicar historietas de manera continuada en Caras y Caretas: estadounidenses las primeras, ya que ese fue el origen del llamado “noveno arte”. Pasaron unos cuantos años hasta que editores y artistas repararon en nuestro pasado como fuente de relatos tanto o más interesantes que los importados. Ello comenzó a fines de la época del yrigoyenismo, con dos tiras que presentaban como personaje principal una gran figura mítica: el caudillo Facundo Quiroga.  

   En 1928 aparece “El Tigre de los Llanos”, desde el número 1 de El Tony, la primera revista de historietas del mundo, publicada por la incipiente Editorial Columba. La dibujaba un conocedor del tema, Raúl Roux, dando inicio al ciclo “Pasajes de la historia argentina”.



Agradezco profundamente a la gente que hace Identidad Cultural con tanto amor y dedicación, la generosidad con que se me ha otorgado este espacio, que espero mi trabajo, fruto de largo tiempo de imvestigación y estudio, pueda llegar a merecer. Los lectores dirán.

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