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lunes, 22 de marzo de 2021

8 de Marzo de 1971. ¡Comienza la aventura!

 "Lunes 8 de marzo a la mañana.

    El otro día estuvo a almorzar Albornoz y anoche fui a su casa a despedirme. Dicen que éste es el último día de Panchulino en esta casa. Esperemos que no... Dentro de una hora y media partiré hacia la Capital. ¡Que tiemblen los rascacielos! Para empezar, voy a lo de Elías Chalub, quien me llevará a ver a Américo barrios, del diario Crónica. ¡Suerte, José María, el triunfo aguarda!"

    
    Esto escribía en mi diario un día como hoy, hace exactamente 50 años (¡medio siglo!), cuando estaba por tomar el tren y dar el salto a la gran ciudad. Presentía que mi vida cambiaba para siempre y creo que no me equivoqué. nada volvió a ser igual, ni para mi madre y mi hermana, que se quedaron despidiéndome en la estación de Villa Ramallo, ni para mí, que comenzaba una larga aventura que todavía no ha terminado.

   También traía direcciones a donde ir a presentar mis dibujos.

 Ramón Albornoz, hoy médico, radicado en San Nicolás, era uno de mis no muchos amigos ramallenses, y Panchulino, un gatito negro que habíamos encontrado unos días antes y al que había bautizado así por una canción de Leonardo Favio que le había escuchado también hacía poco. Mi temor era que mi madre aprovechara mi ausencia para deshacerse de él, cosa que al final no ocurrió, tal vez porque se convirtió en un reflejo mío que la ayudó a mitigar mi ausencia.

Mi letra no ha cambiado mucho, se ve: Esta anotación que traía conmigo, tiene la dirección y teléfono de aquella época, de Elías Chalub, mi primer destino en la Buenos Aires

    Casualmente aquel día viajaba también a Buenos Aires Silvia Di Bacco, quien, siendo bibliotecaria de la Escuela de Comercio donde hice la Secundaria, durante 1970, le había enviado mis dibujos a Quino por correo, pidiéndole una guía para aquel chico tan callado y tan afecto al dibujo de historietas, tanto que ni ella ni muchos vecinos lograban visualizar un futuro viable para él en el pequeño pueblo.

Fines de 1970. Silvia me despide del Colegio Comercial. El Futuro espera...

    La respuesta de Quino, generosa y precisa, me orientó bastante, y mi deuda de gratitud con ambos es para siempre. La compañía y conversación de Silvia calmaron mi ansiedad durante las cerca de cuatro horas que duró el viaje, tal vez más, y sus consejos me serían muy útiles en aquellos primeros pasos.
Los acordes de Zapatos Rotos, el tema de los Náufragos, resonaban en mis oídos; en cierta manera, me guiaban... "Queda mucho por andar, lejos ya quedó mi pueblo, voy camino a la ciudad"...

    Nos separamos en Retiro. Al despedirme de Silvia, comprendí que me quedaba solo, Estaba acostumbrado a la soledad, pero soledad en mi casa, en mi pueblo; esto era otra cosa, era la Aventura. Miles de personas subían y bajaban de los trenes en la gigantesca estación del Ferrocarril mitre, y yo no conocía a nadie. Y nadie me conocía. Si bien yo había estado allí en alguna otra ocasión, nunca me había hallado solo en Buenos Aires. Sabía que tenía que tomar el subte y bajarme en la estación Moreno. Luego de bajar la escalera que tantas veces bajaría y subiría en el futuro, vi varias ventanillas con gente haciendo cola y dos vías; cuando me atendieron en una de ellas. pregunté:

    -¿Cuál es el que va a Moreno?  
 
    -Todos -fue la lacónica respuesta.

    ¡Estaba en Buenos Aires y tenía mucho que aprender!

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