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domingo, 1 de agosto de 2021

Domingo 1 de Agosto. Diario de la Aventura

    "Todo sigue sin decidirse. Indefinido. Mami hace gestiones para que yo entre en el banco. Ayer hubo balance en Alfa; y asado... ¿Qué pasará? Dios lo sabrá..." 


    La brevedad de la anotación habla de lo angustiosa situación en que me encontraba, que ni siquiera me permitía escribir. La presión para que dejara todo y volviera a Ramallo era muy grande. ¿Cómo me sostenía...? Bueno, me aferraba a los logros, pequeños pero significativos, que iba consiguiendo: un trabajo estable, las dos clases semanales en el IDA, la vida en el hotel no era lo que se dice placentera pero me iba acostumbrando. Mi compañero de pieza, el tucumano Arias era tranquilo y amistoso; trabajaba de sereno cerca del hotel, de manera que no nos superponíamos mucho: cuando él andaba en la pieza, yo estaba trabajando o estudiando, y cuando estaba yo, a la noche, él se iba a su trabajo. Todo esto jugaba a favor, pero al mismo tiempo cada viaje a Ramallo me reflotaba la tensión  y la incertidumbre al ver el estado de mi madre, cada vez más ansiosa y preocupada, y yo volvía a Buenos Aires aliviado por un lado pero cargando  con una angustia cada vez más grande.


De aquellos días tengo que recordar especialmente las dos o tres visitas que hjce al domicilio de Quino, el genial humorista que tuvo el gesto de aconsejarme por carta el año anterior, y que no vaciló en recibirme en su departamento de la calle Medrano cuando sentí la necesidad de ir a agradecerle su atención  y a pedirle consejo, que buena falta me hacía.  En la próxima nota contaré en detalle cómo fueron aquellos encuentros tan importantes para mí.

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