JOSÉ MASSAROLI, HISTORIETISTA.
Viviendo día a día la aventura de dibujar, escribir y caminar por los senderos del Noveno Arte.
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lunes, 19 de junio de 2023
Natalio Zirulnik, un gran artista; un querido amigo
Natalio Zirulnik. Uno de los mejores animadores de la Argentina, incansable dibujante, gran amante de la historieta, entrañable ser humano, una de las personas más nobles, buenas y generosas que he conocido y un amigo muy querido, ya no está entre nosotros. Me avisaron al día siguiente, que falleció el martes 6 de junio.
Para todos los que lo conocimos, siempre fue un enorme profesional y un ser humano excepcional, Lo conocí a los pocos días de entrar a trabajar en Producciones García Ferré. Él trabajaba en otro piso, y yo en una oficina grande, donde éramos unos cuantos. Uno de esos primeros días se abrió la puerta y se asomó una nariz., luego unos anteojos y finalmente Natalio estaba ahí, con su pulóver y su eterna sonrisa, su ironía exquisita y su amor por la historieta, que no lo abandonó nunca. Enseguida sintonizamos. Natalio siempre quiso ser historietista y no nos cansábamos nunca de hablar de dibujantes, guionistas, revistas, cuadritos, papeles, plumas y todo lo que tuviera que ver con el Noveno Arte, Comenzamos por esos tiempos una charla que duró... ¡casi 50 años!
Un buen día se abrió la puerta de la sala grande donde trabajábamos algunos integrantes de los equipos que hacíamos las historietas de Hijitus y Larguirucho, y apareció un flaco de pelo enrulado anteojos y nariz insoslayable. Nervioso, de hablar grave pero rápido, siempre con una semisonrisa, un chiste o una ironía , producia una confianza inmediata. Enseguida lo sentí mi amigo. Cuando empezamos a hablar de historieta no teníamos dónde parar, ya que Natalio era un verdadero amante y conocedor del noveno arte.Lo recuerdo irrumpiendo en aquella oficina imitando las poses exageradas del Tarzán de Hogarth, sobre el que debatían largo y tendido con Santiago Scalabroni, otro gran amigo, que había ingresado un mes después que yo.
No tengo fotos de Natalio de los tiempos en que trabajamos en García Ferré, ni tampoco en el estudio Jaime Díaz. Por aquellos tiempos no se sacaban tantas fotos como ahora, lamentablemente. Aquí vemos a un Natalio más joven que en las restantes fotos, junto a otro gran profesional y amigo, Alberto Grisolía.
Cuando llegó el momento de irme de la empresa, en 1975, sabía que allí contaba con amigos a los que quería seguir viendo, y Natalio era uno de ellos. Por eso, cada tanto me daba una vuelta por el edificio de Uruguay al 1300, a donde se había mudad García Ferré con todo su personal, y nunca dejaba de pasar por el piso ddedicado a la animación, donde se etaba trabajando en la película Trapito. Allí admiraba las ilustraciones de Csecs, saludaba a De los Ríos, Pérez Aguero y otros animadores y me detenía largo rato ante la mesa de Natalio, siempre llena de exquisitos bocetos, trazados con marcador, algo nuevo por esos tiempos. Natalio siempre había querido ser historietista y por eso nuestras charlas siempre giraban alrededor del oficio al que yo me había dedicado de lleno cuando dejé G.F. para empezar a colaborar como ayudante con Lito Fernández y publicar en la editorial Columba.
En mi estudio de Flores, celebrando algún día especial con la barra: Natalio, Tempesta, Caliva, Szilagyi, Barbero y Gaspar
Pasó el tiempo, y quiso el destino que en 1985 yo empezara a trabajar en el estudio de Jaime Díaz, en Perú al 500, donde muchos amigos y colegas míos de García Ferré estaban trabajando; entre ellos, Natalio. Los primeros días no fueron fáciles, y cuando las dificultades de en mi tablero arreciaban, siempre era un alivio irme a tomar un café con Natalio, quien era uno de los animadores "estrella" del estudio. Sin embargo nunca, pero nunca, se le subió a la cabeza la consideración que su talento le había ganado, y siempre cultivó una humildad y un perfil bajo que no amenguaban para nada el respeto y la admiración de quienes conocían su trabajo, uno de los más creativos y originales del ambiente. Las escenas más difíciles siempre eran para él.
Cuando se homenajeó a Manuel García Ferré en la Legislatura de Buenos Aires
En 1988 me mudé a pocas cuadras de su domicilio, y a partir de ahí nos veíamos seguido, nos visitábamos, intercambiábamos revistas y datos sobre ese berretín común, la historieta. Siempre aprendía algo de él; su charla era tranquila, pausada, llena de matices , con la calidez y la nostalgia de cuando evocaba sus comienzos, cuando estudió en la Escuela Norteamericana de Arte antecersora de la famosa Panamericana de Arte.
El Día de la Historieta, 4 de septiembre de 2009, en el barrio de San Telmo
Con alguien a quien Natalio admiraba y estimaba mucho, el gran Oswal, creador de Sónoman y mucho más
En los últimos tiempos de Columba, se me ocurrió ofrecerle me hiciera el dibujo a lápiz de una historieta (la última que dibujé para la vieja editorial). No se publicó, lamentablemente, pero fue una linda experiencia, poder compartir un trabajo y poder apreciar cuánto sabía de historieta y con qué elegancia y claridad podía interpretar un guión. Pasaron los años. Lo recuerdo en algunas reuniones en mi casa, en alguna fiesta familiar, siempre amable, chistoso, participativo...
Natalio fue muy feliz cuando le tocó suceder a Pérez Aguero en el dibujo de las historietas del Hada Patricia para la revista Anteojito. También escribía los guiones y allí pudo volcar todao su amor por la historieta, su visión del relato, la narración gráfica y la creación de personajes.
Alguna vez Oswal y García Seijas lo retrataron en una historieta publicada por la editorial Record
Cuando instalé un pequeño estudio en la calle Yerbal, a seis cuadras de su casa, él solía acudir cuando nos reuníamos algún grupo de pocos pero buenos amigos. A veces, me tocaba el timbre a la mañana y me llevaba al bar de la esquina o a algún otro a tomar un café con leche y medias lunas. Fue el amigo más cercano que tuve, geográficamente hablando, y uno de los más entrañables.
En 2010 junto al gran Solano López, el dibujante de El Eternauta, nada menos
El humor de Natalio siempre creaba situaciones donde la sonrisa era inevitable, como esta vez que andábamos por el Museo Sívori de Palermo
O como cuando formó un simpático dúo con Gaspar González, en la Alianza Francesa
Cuando falleció su esposa, creo que en 2009, Natalio perdió mucha de la motivación que tenía para vivir. Fue el momento en que sus amigos tratábamos de sacarlo de esa tristeza y lo invitábamos a acompañarnos a los eventos historietísticos que por suerte se multiplicaban. Siempre aportaba su cuota de inteligencia, memoria, ironía... era el compañero ideal.
Con otra gran artista, Martha Barnes, en 2013
En 2019, cuando se homenajeó con la Orden del Buzón al amigo y cpompañero Manuel Cativa, Tempesta, Tito Spataro y Gaspar
Examinando los originales de Gatos y Conejos, la historieta todavía inédita, donde Natalio tuvo la generosidad de bocetar toda la primera parte, de carácter infantil, para ayudarme a interpretarla
Con la excusa de esta historieta nos encontrábamos cada dos por tres en el bar de la esquina de su casa y la pasábamos muy bien
Tal vez la última vez que compartimos una mesa con amigos, en esta ocasión, Tempesta y Galusso, en 2019.
En 2021 me atreví a caricaturizarlo en el rol de un personaje de mi historieta Patodemia. Él lo vio por internet, le causó mucha gracia y me alentó a seguir. No esperaba yo otra cosa de su buen humor, y su generosidad permanentes
Luego vino la Plandemia, el miedo, la cuarentena y la vida se paralizó. No volvimos a vernos a pesar de residir tan cerca. Su salud no le permitía ya salir de su departamento excepto para ir al médico o al hospital. El teléfono nos mantuvo conectados; algún Whatsapp, un medio al que ninguno de los dos era afecto, y finalmente el silencio. Ya no atendía el teléfono. El miércoles 7 de junio, un simple mensaje de Whatsapp de un amigo me dio la lacónica y definitiva noticia que nunca hubiera querido recibir: falleció Natalio.
No te digo adiós, Natalio: vas a estar siempre conmigo con tu amor por la historieta que poblaba nuestras charlas, tu cálida ironía que nunca llegaba al sarcasmo, tus memorias que nunca llegaste a escribir pero a las que les dabas rienda suelta en mil conversaciones, tu compañía que nunca retaceaste, tu maestría, tu sencillez y humildad que no hacían notar para nada que uno estaba junto a un grande de veras.
Gracias por tanta belleza y tanta ternura que creaste con sólo un lápiz y pasión, mucha pasión por el dibujo.
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