Zerbino, Olguín, Massaroli, el ex intendente y escultor Rinaldo Menucci y librero porteño
El Subsecretario de Cultura, Gastón Pennesi, y su colaborador Maximiliano Zerbino, se habían contactado poco tiempo antes para invitarme a participar de la sexta Feria del Libro del partido de Ramallo, que justamente esta vez se realizaba en Villa Ramallo, a pocas cuadras de mi casa natal.
Con Maxi Zerbino, siempre listo para resolver con buena onda los mil intríngulis que se presentan en la organización de un evento como estos.
Así es como llegué a mi pueblo, después de varios años, con mucha emoción por el regreso y los incesantes reencuentros con viejos amigos y conocidos que me salían a cada paso. Allí estaban mi hermana, María Luján, mis tíos José y Andrés... grandes amigos como Dante Goenaga y Omar Zerbino, viejos compañeros de la secundaria y hasta de la primaria, como Rosita Gamito y María Elena Pasquali, en fin...
Primer encuentro con Olguín y Maiello, antes de la charla
Después de un rato en el salón del club Defensores de Belgrano donde se hallaban los stands de las editoriales,donde expongo algunas páginas de Moreira, se acerca la hora de mi charla y nos trasladamos al club Los Andes. Como suele suceder, las cosas se fueron demorando. Había una importante charla de Taty Almeida, Madre de Plaza de Mayo, luego un escritor de Zárate, presentado por mi profesora de la secundaria, Matilde Nava, después un coro muy afinado...
Arranca Olguín alarmando a la concurrencia: "José no pudo venir..." Dspués se contó un par de cuentos y al fin me presentó.... ¡un capo!
¡Hasta que llegó el momento! Serían las diez de la noche y la sala estaba llena; algunas caras conocidas y muchas nuevas para mí; mucha gente joven, nacida después de mi partida. Empezó hablando un personaje estupendo, un poeta radicado en Villa hace muchos años, don Mario Olguín, quien supo actuar junto a Luis Landriscina y que arrancó sonrisas al público con sus chistes antes de presentarme. Me acompáñó también en la mesa Miguel Ángel Maiello, dibujante especializado en temas gauchescos y buen amigo desde hace añares.
Maiello, Massaroli y Olguín
Tras proyectar un video sobre la historieta de Moreira, se desarrolló una amena charla entre amigos, donde Olguín conducia con humor y mesura, Maiello acompañaba con certeras observaciones y yo fui contando un poco sobre Moreira y otro poco sobre mi vida artística. Las preguntas de la gente iban indagando en los avatares de 40 años de aventuras en el mundo del dibujo, las que fui respondiendo y comentando con mucho gusto.
Recibiendo un diploma de manos de Maxi Zerbino y el Subsecretarioo de Cultura, Gastón Pennesi
No fue una charla más; de ninguna manera. Seguramente, la más difícil y la más emocionante de todas las que vengo dando. Era mi gente la que estaba frente a mi, era mi pueblo. Tuve la satisfacción, al terminar la charla, de que se produjera una especie de avalancha de gente en busca de su ejemplar de Moreira y mi firma, lo que me alegró muchísimo, no solo por mi mismo como hijo de Ramallo, sino por el interés que había logrado despertar por la figura del gaucho legendario.
Mi hermana María Luján, feliz por haber logrado llevarme de vuelta a mi pueblo
Emocionante reencuentro con una de las celadoras de mi escuela secundaria
A la tarde me fui hasta el río Paraná, donde se está desarrollando aceleradamente un importante centro turístico. El río con su magia siempre me atrapa, y ahí andaba yo a pesar del frío volviendo a recorrer sus orillas, tan cambiadas en algunos lugares. Los llamados de Maxi Zerbino me trajeron a la realidad: ¡la gente demandaba su ejemplar de Moreira! Así que allá fui, nuevamente al club Defensores.
Vista del Paraná, desde el viejo puerto de Ramallo
El puesto de Sabores Artesanales Tía Marilú, en la feria frente al río, donde aparece imprevistamente un pato Donald promocionando los riquísimos productos. ¿Quién lo habrá dibujado...?
Como remate de un viaje lleno de emociones, al día siguiente le llevé un par de ejemplares a mi tío José, quien siempre apoyó mi lucha por llevar adelante mi vocación de dibujante cuando no era tan fácil, a comienzos de los '70, para un muchacho del interior que tenía que irse solo a la gran ciudad, a la que no conocía, y pelearla desde abajo.
Los excelentes dibujos gauchescos de Maiello, que tuvo la gentileza de obsequiarme. ¡Muchas gracias, amigazo!
Maxi también dibuja... ¡y cómo! ¡Muchas gracias por este excelente Guasón, Maxi!
la escuela Número 6, Manuel Belgrano, donde hice toda la primaria, cuando estaba pintada de blanco.
¿Qué más se puede decir cuando se ha vivido un momento tan soñado durante mucho tiempo: llevarle mi obra a mi pueblo, decirles: esto es lo que he hecho en estos años, y que la hayan recibido con cariño y con interés? Sólo... ¡Gracias! ¡Gracias, Ramallo, gracias, mi gente!
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