Diálogo con José Massaroli sobre sus historietas
Hola José. Bueno, de nuevo por acá. Es un gusto conversar otra vez. Más después de tantas cosas publicadas entre la anterior visita y esta. Recuerdo que cuando terminaba de publicar el anterior encuentro, se anunciaba la publicación de Fusilen a Dorrego. En aquella ocasión hablamos de Juan Moreira. ¿Este emprendimiento tuyo de recrear en historietas a personajes históricos y del folklore argentino es una consigna pendiente o simplemente se te da de forma natural?
¡Hola, Mario! El gustazo es mío. ¿Viste cuando dos personas se
encuentran y no tienen nada nuevo que contarse? Bueno, acá lo lindo es que no
ha pasado mucho tiempo desde la anterior entrevista, y sin embargo, tenemos un
montón de cosas para comentar. Me alegra mucho tener la oportunidad de
continuar aquella conversación, como si estuviéramos en la mesa de un café...
¡Mozo!
Sobre tu pregunta, sí, el empecinamiento en los temas
nacionales es una consigna pendiente que cargué durante mucho tiempo y que a la
vez se está dando de manera natural en el presente. O sea, que siempre me
interesaron mucho los hechos de nuestra historia y la posibilidad de llevarlos
a la historieta, no sólo como una forma de difundirlos, sino también por el
placer que me produce contar cosas de nuestro pasado, que no está muerto como
muchos creen, sino que tiene mucho que ver con lo que somos en el presente. La
favorable recepción que tuvo Juan Moreira me indicó que estaba en el
momento decisivo para volver a aquellos temas. Creo que no me equivoqué, porque
tanto Dorrego, como La Vuelta de Obligado han sido muy bien
recibidas por el público. Hay mucho más interés en la gente por estos temas
históricos, cuando se los presenta de manera atractiva, de lo que los editores
se imaginan.
Duendes está publicando todos tus trabajos, incluyendo tu personaje Orquideo Maidana que tiene un tono muy diferente a los históricos, y sin embargo con ese personaje también mantenés tu línea de hacer historias de neto corte cultural y nacional. ¿Trabajás en Orquideo entre las creaciones de las otras historietas o dejás un laburo para encarar otro?
Me es casi imposible desarrollar dos o más trabajos a la vez. Una
historieta creada por mí, es decir, escrita y dibujada, se convierte en un
mundo que me atrapa y me voy metiendo en ese mundo cada vez con más
exclusividad, hasta el punto de ir dejando colgadas muchas cosas hasta que
llego al final. Con Orquídeo pasa lo mismo, sólo que tomo otras partes de
nuestra historia: la tanguera y la literaria.
¡Qué suerte que compartimos aquella cena del 20 de diciembre! ¡Y
eso que en un principio no te convoqué pensando que diciembre sería un mes
imposible para que asistas a una reunión! Pero fue la intervención de Felipe
Ávila la culpable, Y tengo que agradecerle porque vinieron otras personas de la
más agradable personalidad. En realidad ese día hubo varios invitados casi de
sorpresa como Claudio Ramírez a quien trajo Liliana y Germán Ponce, otro genio
que vino con Martín. Pero yendo a lo que te quería preguntar, es sobre la historieta de Dorrego. ¿Cuánto tiempo te
toma hacer el guion de un relato así? Citas fuentes, pero sé por experiencia
propia que hacer una biografía es un laburo enorme de investigación, selección
y descarte de montones de material.
Estuvo muy linda la cena, buenos amigos, nuestro tema favorito, un
lugar agradable, buena comida, emotivos brindis ¿qué más se puede pedir?...
¡Que me vuelvan a invitar, ja, ja!
Lleva tiempo escribir el guión, sí, porque hay que escarbar,
buscar documentación y sobre todo, descartar muchísimo para quedarse con lo
esencial, no sólo desde el punto de vista histórico, sino desde la óptica de la
acción y la aventura que una historieta debe tener para no resultar aburrida,
pecado mortal en este arte. Hoy en día, el acceso a la documentación es muy
rápido, gracias a internet, pero eso trae el inconveniente de que uno encuentra
demasiados datos y hay que leer muchísimo, imprimir, comparar etc. En la época
en que escribí el guión de Fusilen a Dorrego, sólo encontré el libro de Pavón
Pereyra y alguna nota en la revista Todo es Historia, de modo que el trabajo
fue más fácil.
Encima después está el trabajo de crear una trama entretenida. Me
encanta el comienzo con eso de las plazas y las calles, muy interesante.
También mostrás a un Dorrego muy entendible y humano que gustaba de las bromas
en su juventud. Hasta llegas a aclarar en un momento sobre la edad de Dorrego
durante las campañas. Claro que a medida que avanza la historia, el relato se
vuelve más serio y complejo, hacia la tercera parte es casi un libro puro de
historia con imágenes ¿tuviste ayuda para armar todo esto o fue cosa de tiempo
y dedicación?
La única ayuda fue el entusiasmo que sentía por lo que estaba
haciendo y la libertad que me dio el diario La Voz para trabajar. Ninguna
interferencia. Puedo decir que hice lo que quise, para bien o para mal. Otro
factor que ayudó fue el hecho de que mi lugar de trabajo era el estudio
Géminis, donde me veía rodeado de amigos dibujantes que con sus comentarios, no
siempre favorables, y bromas, me aportaban otros puntos de vista sobre mi
trabajo. Muchas veces, una partida de ajedrez o unos mates con Mulko, Gil,
Gaspar, Bustos y otros compañeros, me daba un respiro y permitía que volviera
al tablero con la mente despejada y viera la página que había dejado colgada,
de otra manera. Es muy distinto a trabajar solo sin tener la posibilidad de
comentar lo que se está haciendo.
Hay una parte que desconocía. Es cuando está en el barco y todas
esas aventuras que lo llevan a recorrer el mundo y conocer a nombres de otros
países de la manera más aventurera que solo conocí en relatos de ficción ¿Por
qué pensás que Dorrego no es uno de los personajes conocidos de nuestra
historia?
La historia “oficial” ocultó la historia de Dorrego, porque no le
convenía a los vencedores de Caseros mostrar las virtudes de un hombre que fue
el padre del federalismo en la Argentina. Lavalle, el fusilador, era el héroe
“oficial”, y de él a su vez ocultaron toda la parte oscura, dejando a la vista
sólo al héroe de la Independencia. Esos historiadores son los que convirtieron
la historia argentina en el mamotreto aburrido que padecimos en la escuela, en
el que nuestros héroes eran de mármol y sólo se bajaban del caballo para decir
sus últimas palabras. Por eso tantos chicos optan por las historias de cowboys,
piratas y aventuras, ignorando que nosotros tenemos tantos o más héroes que
Hollywood, y que además son de carne y hueso y no de plástico.
Hablando de la historia oficial. Existe la manipulación. Te cuento
una anécdota. Hace unas semanas, escuché en la radio una carta que anunciaban
escrita por la ex mujer de Hugo Chávez. Yo posteé esa info en lugares comunes,
pero esa carta era falsa. Se trataba de una cosa escrita por un periodista. Me
aviso un amigo. Al principio dudé por unos segundos, porque conozco a ese amigo
y sé que aunque es argentino le gusta mucho la política de Chávez. También me
dio un poco de bronca que los de la radio no investiguen las noticias que dan,
o peor, que lo hagan adrede. A lo que voy es que cuando trabajamos en
históricos tenemos que cerciorarnos de que las fuentes son fidedignas, más allá
de nuestras simpatías. ¿Viviste algo de esto cuando investigabas a los
próceres?
Permanentemente. La manera en que los unitarios y sus descendientes
liberales contaron la historia se va cayendo a pedazos a medida que
investigamos. Algún día tendremos que cambiar de nombre a muchas de las
calles que hoy honran a traidores a la
patria, entreguistas, genocidas, en fin... Lo de la carta de la mujer de Chávez
es una infamia, pero seguramente no se trata de algo aislado sino que es parte
de una campaña orquestada a gran escala. Internet es un campo fértil para estas
cosas, pero también facilita que se desenmascaren enseguida.
¿Visitaste lugares donde
haya estado Dorrego?
¡Ésa sí es una asignatura pendiente! Tengo que ir al campo de
Navarro en que fue fusilado. Uno siente la necesidad de pisar el suelo en donde
ocurrieron las cosas. Espero hacerlo este año. Conozco su tumba en la Recoleta,
que irónicamente está muy cerca de la de Lavalle.
¿Pudiste conocer a algún pariente de Dorrego? ¿Qué le pareció la
historieta?
No, para nada. Conocí al historiador y periodista Hernán Brienza,
que a esta altura es casi un familiar, de tanto que lo investigó. Su libro El
Loco Dorrego tuvo mucha difusión desde que la presidente se lo obsequió a Hugo
Chávez y éste lo mostró y comentó por todas partes. Se dieron cuenta que
Dorrego no era sólo un héroe local sino que tiene proyección latinoamericana.
¡Hasta tuvo que ver con la independencia de Venezuela! Brienza en cierta manera
se sentía “el descubridor” de Dorrego y se sorprendió mucho cuando supo que yo
ya había contado la misma historia y las mismas anécdotas mucho antes, cuando
él era un chico. Eso lo motivó a escribir un buen prólogo para mi libro y
acompañarme en la presentación en la Biblioteca Nacional.
¿Qué posibilidad hay de que Fusilen a Dorrego sea leído en las
escuelas?
Lo ignoro. Me han sugerido más de una vez que lo presente a
las autoridades de educación o cultura, pero no ando en esas cosas y todavía no
encontré la vuelta. ¡Me gustaría, claro! Aunque te aclaro que no lo hice con
esa intención, no pensé en eso cuando encaré la historieta. Para mí, lo
importante es darle vida al personaje través de los cuadritos; lo que pase
después... Pero pienso que es totalmente publicable hoy en día, ya sea en
diarios, revistas o libro
Vi que escribiste Fusilen… hace ya mucho tiempo ¿Qué ocurrió? ¿Las
editoriales no estaban interesadas en la historia? ¿Sufriste la censura? ¿O fue
una decisión tuya esperar hasta ahora para mostrarlo?
No eran los tiempos oportunos, pienso. Una vez que se publicó en
La Voz, guardé los originales y nunca más los mostré hasta que, luego de subir Juan
Moreira al blog de La Duendes, Alejandro Aguado me preguntó qué más quería
publicar, y ahí resolví mantener la continuidad original: Después de Moreira,
Dorrego, después de Dorrego, Facundo, tal como se publicaron
en el diario, allá ´por los '80. Cuando cerró el diario, yo ya estaba en los
dibujos animados, luego vinieron las historietas para Disney... y cuando me
quise acordar, ¡habían pasado más de 20 años! Verlo convertido en libro es un
orgullo y una emoción muy grande para mí. Es como si estos trabajos renacieran
de las cenizas. Como que éste era el momento que esperaron hasta ahora, cuando
hay una predisposición de la gente a leerlos. Algo así dijo con mucha más
calidad literaria Ariel Avilez en su epílogo para mi libro de Orquídeo
Maidana, donde se preguntaba para quién había hecho yo todo aquello y se
respondía que para él; es decir, para los lectores de estos días, para esta
época, tan distinta a los '80, cuando reinaban las grandes editoriales y todo
lo que no pasaba por Columba, Record o Humor no existía. Un poco lo de
Lovecraft, también: “No está muerto lo que puede yacer eternamente.”
Analizando Fusilen a Dorrego, entiendo con cierta congoja que
nuestra historia siempre tuvo “bandos” y divisiones desde los gobernantes hasta
el pueblo. No faltaban cipayos y estancieros dispuestos a modificar las leyes
en su propio provecho dejando al pueblo sin esperanzas. En tu opinión ¿Cuánto
cambió la historia hasta el día de hoy?
Cambiaron los métodos. Antes se combatía a suerte y verdad, se
degollaba o fusilaba y listo. Ahora, los mismos bandos pelean por medio de los
grandes medios de comunicación y su campo de batalla es la mente de la gente.
Pero la lucha sigue siendo la misma: de un lado los que ganan con la entrega de
lo nuestro al capital extranjero, los que fusilaron a Dorrego, los “Manos” de
El Eternauta... y del otro los que defienden al pueblo. Ojo, que estos dos
bandos están en todo el mundo, es una lucha eterna que no es un privilegio
único de “este país”. Claro, no todo es
tan blanco o negro, y a veces cuesta encontrar una coherencia absoluta en los
que están del lado de lo nuestro. Pero Errare humanum est, ¿no? Lo
importante es tener claro cada uno de nosotros para dónde vamos, ayudar en lo
posible, y no olvidar lo que dijo Martín Fierro: “los hermanos sean unidos...
si entre ellos pelean, los devoran los de ajuera.”
Tu estilo de dibujo es clásico. Noto que conservas un total
respeto por la imagen histórica con un ritmo de narración muy clásico, yo no
podría contarlo como vos y si algún día me atreviera a realizar un histórico sé que mis encuadres estarían
teñidos de climas exagerados y hasta fantásticos. Lo menciono porque hace un
par d años, Mariano Antonelli me obsequió su libro “A través de los Andes” y te
juró que me impactó. Por el estilo que eligió y por la forma de retratar a un
San Martín humano y a la vez, aunque él no esté de acuerdo, je, je. Como un
prócer heroico. Seguro conocés esa historieta también publicada por DUENDES.
¿Cuándo emprendes un proyecto histórico el estilo es determinante o se puede
tener libertad en ese aspecto?
Conozco a Mariano y tengo su libro dedicado y todo. Está muy
bueno. Me parece genial que alguien pueda tomar la figura de San Martín y hacer
una historia fantástica, totalmente libre. El que lea esa historia seguro va a
querer saber más de San Martín, ya lo vio fuera el bronce y se le hizo
interesante. También Fer Gris y el guionista Oenlao están haciendo obras muy
positivas en el terreno de lo histórico. En mi caso, no creo ser un dibujante
“clásico” 100%. Tengo mucho de Pratt, de Robbins, de Lito Fernández, dibujantes
no muy realistas, más bien expresionistas... pero es cierto que en temas “serios” no me gustan las
deformaciones ni los efectos “raros”. Cuando hago Orquídeo Maidana es
otra cosa, ahí me permito otras libertades e, incluso, otras influencias, como
Fontanarrosa o Ferro. La libertad siempre está en uno, no hay que pedirla ni
esperarla. Uno decide con qué estilo va a hacer cada cosa. O cree que decide,
porque generalmente uno sólo puede hacer lo que “le sale” aunque piense que lo
está manejando intelectualmente. Para mí, el inconsciente sabe lo que hace. Hay
que dejarlo en libertad, simplemente, y después, en otro momento, pegarle una
revisada al trabajo antes de entregar, por las dudas, ja, ja...!
Si, te mencioné lo clásico, pero es evidente tus influencias
prattianas y hasta breccianas en algunas viñetas. Lo que ocurre que hoy, en la
distancia, esos dibujantes ya forman parte de la historia clásica de nuestra
historieta. Ojalá las generaciones de historietistas del futuro no lo olviden,
que tengan memoria. A propósito ¿Cómo ves a la movida de jóvenes
historietistas? ¿Lo positivo y lo negativo que consideres?
Claro. Nosotros llamábamos “clásicos” a los dibujantes
ultra- realistas, como Salinas, Foster o Raymond. Ahora el concepto se ha
extendido. No veo mucho de lo nuevo que se hace y mucho de lo que veo no me
atrae. Muchas historias no se entienden,
hay un exceso de egocentrismo, me parece, como si el autor dijera: “Aquí lo
importante soy yo”. Y se olvida que hay un lector que tendrá que descifrar lo
que quiso decir o dibujar. Estoy tratando de nombrarte alguien que me guste me
viene a la mente el delirante de Diego Parés. Salvador Sanz es algo serio. En
la Duendes tenemos a Daniel Mendoza, y Omar Hirsig, además de Fer Gris, Bernoy,
el uruguayo Gezzio, que vienen muy bien. Seguro que hay muchos más, pero la
verdad es que leo poca historieta.
¿Cuál
es tu opinión acerca de la propuesta de ley para incentivar la producción de
historieta nacional?
Está
muy bien. Todo lo que se haga para asegurar nuestros derechos cuenta con mi
apoyo. El dibujante es un trabajador muy desamparado por las leyes. Lo único
seguro que tenemos es que dibujaremos hasta el final.
¿Y
respecto a la idea de agremiarse para conseguir la pensión o jubilación para
los dibujantes?
Lo mismo. Está muy
bien que aquellos que han contribuido a la cultura nacional tengan derecho a
una vejez digna, ya que difícilmente uno se enriquezca contando historias “de
acá”.
En general, los
dibujantes hacen plata trabajando para el exterior, privando a su pueblo de su
talento y poniéndolo al servicio de historias que no tienen nada que ver con
nosotros y más bien contribuyen a nuestra alienación cuando al final se
publican aquí. Todo lo que hemos hecho para el exterior, en general, responde a
la mentalidad de los países dominantes, exactamente la opuesta de la que
deberíamos cultivar. Por ejemplo: agarro una vieja revista Skorpio al azar y me
encuentro con once historietas de guionistas y dibujantes argentinos. ¿Y
cuántas transcurrían en nuestro país?... Cero. ¿Cuántas eran protagonizadas por
argentinos?... Cero. Todas estaban hechas para el mercado italiano y se
publicaban aquí de rebote, con protagonistas yankees, franceses, guerreros de
épocas inidentificables... ¡Por suerte había una nota de Grassi evocando al
dibujante Repetto, un connacional... que se la pasó dibujando cowboys y
aviadores de la segunda guerra mundial!
A lo que iba, es que
todos estos brillantes colegas seguramente han ganado buena guita en tantos
años de cobrar en dólares o euros y por ahí no necesitan tanto de una pensión o
jubilación. Pero los que se mantuvieron dentro del mercado interno, dibujando
personajes nacionales, poco vendibles en el exterior pero significativos para
nosotros, por ahí no han recibido una compensación
parecida y se da la paradoja de que ellos le entregaron su vida a la cultura
nacional y a la hora en que su capacidad de trabajo disminuye con la edad y los
cambios de modas, reciben como única retribución, el olvido. Pienso que hay que
permitir una vejez digna a los que nos han dado tanto y también un
reconocimiento permanente a su obra
Facundo, Dorrego… Ahora estás promocionando La Vuelta de Obligado
y en DUENDES se puede leer a Facundo ¿Qué podés contar de estas nuevas
historias?
Facundo se publicó en La Voz después de Dorrego, así que sigue el
mismo camino en La Duendes. Antes de fin de año pensamos publicar el libro con
la biografía completa. Es un trabajo de transición, entre el rigor histórico de
Dorrego y un enfoque más liberado como el que apliqué en El Chacho
Peñaloza, que vino después, donde llego a incorporar personajes ficticios
para agilizar el relato.
La Vuelta de Obligado tiene otra historia, muy
diferente. Para empezar, la escribí y dibujé el año pasado, o sea que... ¡al
fin publico un trabajo nuevo! En principio el pasado a tinta, la tapa y otras
cosas iban a estar a cargo del amigo Felipe Ávila, quien, en cierta manera
posibilitó que esto se concrete al ponerme en contacto con el editor. Luego las
cosas se complicaron. La épica no sólo estuvo en el relato en sí, sino que fue
una lucha poder llegar al final: por problemas de salud Felipe no pudo seguir
con la tinta y la última parte de la historieta se encargaron dos grandes
amigos del estudio Géminis, quienes prefirieron firmar con el nombre del
estudio (¡que de esta manera volvió a la vida!), en lugar del suyo propio.
Luego hubo complicaciones de último momento y no llegamos a tiempo para el 20
de noviembre, la fecha de la batalla, como era nuestra intención, pero al final llegamos a buen puerto, con un
buen producto. También participó otro “geminiano”: Ramón Gil, que hizo un gran
trabajo con el color.
Haciendo un poco más de historia, La batalla de La Vuelta...
es otro caso de ocultamiento: siempre se la mostró como un hecho aislado, casi
un capricho de los anglo-franceses, a los que se les ocurrió venir a darse un
paseo por el Paraná sin el permiso de Rosas y éste se empecinó en no dejarlos
pasar. A medida que uno investiga, comprueba que este hecho estuvo encadenado a
muchos otros, como el sitio de Montevideo y la prédica de los exiliados
unitarios, que llegaron a proponerles a los ingleses la creación de una
República de la Mesopotamia, escindiendo nuestro país. Todo esto conformó lo
que los historiadores actuales llaman La Guerra del Paraná. Un conflicto que
teminó con una victoria nuestra, donde el invasor tuvo que retirarse con la
cola entre las piernas. Por lo tanto, la cosa da para mucho más y aquí va la
primicia:
Ya estoy trabajando en el
que va a ser el primer libro de una Trilogía: La Guerra del Paraná. ¡Vienen
por los Ríos!, donde muestro todo lo que pasó antes del combate, los
preparativos y hechos realmente cinematográficos como el robo de nuestra flota,
a manos de ingleses y franceses, las incursiones depredadoras del legendario
Giuseppe Garibaldi, prócer de la independencia italiana y a la vez pirata y
mercenario en nuestro continente, etc. El segundo libro es La Vuelta de
Obligado, y el tercero, si todo anda bien, mostrará los distintos combates
que hubo sobre el Paraná tanto cuando los invasores iban como cuando volvían,
donde los nuestros les dieron como en bolsa, sobre todo en la Angostura del
Quebracho.
Tengo que agregar que estos temas me tocan muy de cerca,
porque, habiendo nacido en Villa Ramallo, conocía desde siempre La Vuelta de
Obligado y otro lugar donde se combatió más de una vez: EL Tonelero, donde
también tenía sus cuarteles el general Mansilla. Es lo que siempre quise hacer:
contar historias que tengan que ver conmigo, con mi gente y nuestra historia.
¡Espero poder continuar haciéndolo!
¡Muchas gracias, Mario, por esta nueva oportunidad de
dialogar con vos y con tus lectores!
¡Mozo!
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