Si 20 años no es nada... ¿40 años ya serán algo? Creo que sí:
Si bien yo residía nuevamente en Villa Ramallo desde el año anterior, viajaba muy seguido a Buenos Aires por cuestiones del trabajo, y más de una vez paré en la casa de mi buen amigo Eduardo Lago, quien me ayudó en algunas historietas de las que dibujaba para Gran Bretaña. Por eso, de manera natural, surgió la idea de organizar el festejo por mi cumpleaños en su casa, que contaba con amplio espacio verde al fondo, y se encontraba en San Antonio de Pacua. Muchos colegas y amigos acudieron al llamado en aquel inolvidable 30 de Septiembre de hace apenas... ¡cuatro décadas!
Por suerte, hay testimonios fotográficos de los gratos momentos que pasamos gracias a la hospitalidad y generosidad de Eduardo y su esposa, junto a su pequeña hija. Veámoslos y volvamos a vivir por un momento aquel histórico asado.
Gaspar González, Suárez, Miguel Rep al fondo, Lucia Chiaramello (amiga de la esposa de Silvestre Szilagy y por su intermedio, de varios de nosotros), y JoséMassaroli
Eduardo Lago, gentil anfitrión y gran amigohasta el día de hoy
El asador oficial: Raúl Barbero.
Abajo: llega Enrique Meier
Mientras se charlaba, guitarreaba y mateaba, el intrépido asador y su ayudante se encargaban de que el asado progresara
Cilencio,también fue de la partida
Rep, el hijo de Cilencio y su padre
El hijo de Cilencio y Gaspar
Gatti, Almeida, su esposa, y Lago
Almeida y Suárez guitarreando bajo la atenta mirada de Meier
Gatti, Suárez, la esposa de Lago, Rep y Schinca
Schinca y Rep
Juaro, siempre bien acompañadoEntregando caricaturas hechas ad hoc entre los invitados
No faltó un movido partido de fútbol, como acostumbrábamos los dibujantes de la ADA
Suárez y Lago en un contrapunto que siguió "hasta que las velas no ardieron"
No se lo ve en estas fotos, pero también fue de la partida el recordado Horacio Merel, quien junto con Gaspar, representaron a los amigos del Estudio Géminis, que habia sido invitado en su totalidad.
Fe un largo día, lleno de emociones, que siempre agradeceré la amistad de Eduardo, la paciencia de su esposa, y la alegría que aportaron tantos buenos amigos y hasta algún colega que se apareció por ser amigo de un amigo y que no desentonó en el disfrute de un cumpleaños distinto, especial, irrepetible.
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