El pasado 4 de octubre, una penosa noticia nos llega: falleció a los 82 años, César Spadari, un artista de larga trayectoria, historietista reconocido en el país y en el exterior, y alguien que durante muchos años ejerció el generoso oficio de traer trabajo desde Europa para los dibujantes argentinos. Yo fui uno de ellos.
Lo conocí un día de 1978 en que acompañé a mi amigo Sergio Mulko cuando él iba a llevarle muestras de su trabajo al estudio de El Palomar donde César trabajaba y desarrollaba su actividad de representante de artistas argentinos ante las editoriales europeas. Una actividad que llevaba años y era muy conocida por mis colegas; yo había oído hablar mucho de él y me interesaba probar suerte en el exterior.
Quien no parecia estar tan interesado era Sergio, quien, cuando Spadari elogió profusamente sus dibujos y le aseguró trabajo, parecía abrumado por la responsabilidad, lo que no dejaba de causarme mucha gracia, ya que Mulko era un excepcional dibujante. En el viaje de regreso en el tren hacia la Capital, curiosamente, estaba más contento yo que él. Sergio era un verdadero artista y sólo trabajaba por encargo por necesidad; de ahí que no comulgaba mucho con los editores y menos, no sé por qué, con los de origen italiano; de ahí que Columba siempre fue la editorial en la que más trabajó y con más comodidad. En resumen, Sergio no volvió más por ahí, y yo. al poco tiempo, llevé muestras y a fines del año me llegaba el primer encargo para la editorial Thomson de Gran Bretaña.
Comenzó así una larga relación con César y su esposa Chiche. A pesar de haberme mudado a Villa Ramallo, mi pueblo, nos veíamos seguido, ya que había que entregar el trabajo, cobrar, etc. Un tiempo después, se creó una especie de seminario para los que trabajábamos con él, a cargo de Alberto Salinas, y mis viajes se hicieron semanales. Conocí allí a artistas como los guionistas Wadel y Sergio Almendro, el ilustrador D'Adderio y otros.
Siempre la actitud de César fue amigable, generosa, paciente y permanentemente dispuesto a dedicar su tiempo a aconsejar sobre la mejor forma de realizar estos trabajos que no eran nada sencillos, realmente. Esta relación de trabajo dur´aproximadamente ds años, y a fines de 1980 los británicos suspendieron el envío de guiones; por lo que tuve que andar otros caminos.
Volvimos a encontrarnos años después, creo que en 1986, cuando tras realizar varias muestras, empecé a dibujar historietas para la editorial alemana Bastei Verlag, que ´Cesar representaba por ese entonces. Fueron unos cuantos años y perdí la cuenta de las historietas que publicí la revista Gespenster Geschichten, de aquella editorial en ese lapso. la mayoría eran escritas por ls guionistas germanos Peter Mennigen y Hajo Brauer.
La primera historieta que realicé para la editorial alemana, bajo la estrecha supervisión de Spadari. quien n descuidó detalle para que yo pudiera entrar por la puerta grande
Finalmente, debo a César y Chiche la oportunidad de haber dibujado mi primer historieta del Pato Donald, para una editorial italiana, en 1994. Sabedores de que yo estaba dibujando historietas estilo Disney para el estudio de Jaime Díaz, me ofrecieron hacer una historieta de 36 páginas titulada Zio Paprone e la Realtá Virtuale (o algo así). El pasado a tinta corrió por cuenta de Rubén Torreiro, y fue la primera de las muchas colaboraciones entre ambos a través del tiempo. Esta historieta fue la que un año después me abrió las puertas para dibujar el Pato Donald para la editorial Egmont, por lo que resultó muy importante en mi carrera.
César no era de frecuentar los eventos del ambiente, por lo que luego de dar por terminada mi relación con Bastei, fuimos dejando de vernos. Años después, cuando en el grupo Rebrote decidimos publicar, entre otras, la revista ¡Moreira!, recordé las magníficas ilustraciones gauchescas con que Spadari engalanaba las tapás de las revistas de la editorial Cielosur en los '60 y '70, y le solicité algunas de ellas para nuestra revista. No había forma de remunerarle por esas colaboraciones, pero su generosidad nos permitió publicar no sólo la tapa del número 1 con una ilustración suya, sino una historieta completa de su personaje El Mayor Laguna (con guión de Almendro). ¡Gratitud eterna por este noble gesto, querido César!
Una figura tal vez no tan conocida en el país como merecía, deja los mejores recuerdos y una enorme obra. Como muestra de ello, reproduzco abajo la nota de Comiqueando Online sobre su amplísima trayectoria profesional: César Spadari fue un dibujante e historietista argentino nacido en 1938. Sus primeros trabajos fueron colaboraciones en el diario Crítica y una revista mensual llamada Indio Pampa, cuyo primer número apareció en diciembre de 1957 y que ofrecía cuatro historietas suyas, más una página de humor en la contratapa. Eran casi 30 páginas realizadas íntegramente por Spadari, sobre guiones de Sergio Almendro. En 1963 dibujó la serie Comandante Prado para la revista Misterix, con guiones de Héctor Oesterheld, un trabajo que le reportó popularidad. También colaboró varios años con la editorial Columba.
En los años ´70 se reinventó como editor, con la revista Top, y también ofició como agentes de artistas para editoriales extranjeras, sobre todo de Alemania y de Reino Unido. De hecho, él mismo realizó abundante trabajo para agencias, y colocó muchas historietas suyas en revistas femeninas británicas y holandesas entre fines de los ´70 y el comienzo del Siglo XXI. Para la editorial española Bruguera realizó varias series junto al mítico guionista Víctor Mora (Grand Prix, La Llamada de Africa) y para la colección Joyas Literarias Juveniles adaptó a la historieta novelas como Hacia el Zambesí, Dos Años de Vacaciones y Nuevas Aventuras de Robinson Crusoe, entre otras.
A partir de 1987 comenzó a colaborar muy activamente con la editorial sueca Semic Press, donde se convirtió en uno de los principales dibujantes de las aventuras de The Phantom, el icónico personaje de Lee Falk, que en Escandinavia es enormemente popular (allá le dicen «Fantomen»), al punto de que todos los meses se producen nuevas historietas, en varios formatos distintos, por fuera de lo que eran las tiras para diarios distribuidas por el King Features Syndicate. También aparecieron trabajos de Spadari en otras revistas suecas, como Min Häst.
El domingo 4 de Octubre, Spadari nos dejó acá en la ciudad de Buenos Aires, no sabemos si con 81 o con 82 años ya cumplidos. Y hoy, mal y tarde, nos toca despedir a otro maestro que dejó bien altas las banderas de la historieta argentina.
Adiós no, César, sino Hasta Siempre; no te vas sino que te quedas cerca, alumabrando, como ocurre con quienes han compartido tramos importantes de nuestro camino por los senderos de la historieta. ¡Gracias por todo, querido colega y amigo!
Muy buena historia.
ResponderEliminarMuchas gracias, Josepzin!
ResponderEliminarGracias, José, por estas notas en recuerdo de Quino y Spadari, que transmiten vívidamente tu afecto y lo contagian. ¡Cuánto aportaban las coloridas tapas de César a las revistas de Rapela!
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