No hace mucho, en el mes de marzo, visité el Museo de Flores, un espacio apasionante y muy valioso para la memoria del barrio, con dos amigos: Luis Del Pópolo y Emiliano Raspante. El objetivo era poder ver in situ, el retrato que alguna vez dibujé de Manuel Dorrego, y que fue adquirido recientemente por el museo.
Allí estaba, dotado de marco y vidrio y acompañado de una biografia del autor.
¡Es emocionante ver la obra de uno en un lugar público, un lugar destinado a preservar objetos, artísticos o no, pero que se consideran portadores de un valor o significado útiles para la historia del barrio. Y es bien sabido que aquí, en Flores, Dorrego recibió un emotivo funeral cuando su cuerpo, un año después de su bárbara ejecución en Navarro, fue trasladado por orden de Juan Manuel de Rosas a la Recoleta y se detuvo en el antiguo pueblo de San José de Flores, que ya existía y ya tenía iglesia propia.
Con el director del museo, Roby D'Anna, a quien le agradezco profundamente el honor que me ha hecho al incorporar mi obra al acervo cultural del museo.
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