El viernes 17 de febrero nio solo fue uno de esos días tremendamente calurosos que nos depara el duro verano de Buenos Aires, sino que también fue tal vez el día más largo del año para los dibujantes y la gran cantidad de público que se hizo presente en la Ciudad Cultural Konex, mítico reducto de la cultura porteña, desde las 19 horas hasta... ¡hasta que las velas no ardieron!
Allí estuvimos, convocados por sus organizadores entre los cuales se destaca la figua del gran Horacio Altuna, junto a más de 100 colegas y amigos, dibujando bajo las estrellas, sumergiéndonos en el río de gente que iba y venía por los infinitos espacios y recovecos, estrechando viejos conocidos en un abrazo, ya que fueron cinco horas horas de comunión entre los artistas y los miles de entusiastas asistentes. Recién a las dos de la mañana, cuando algunas gotas de lluvia refrescaban apenas la noche, se dio por finalizada magia.
Algunos encuentros: Alan Dimaro, quien me obesquió su cuarto tomo de su ya consolidado personaje Cabrón, Manuel Cativa, quien sacó algunas de estas fotos, Hugo Maradei, Sonia Olmo, Jorh, Pipi Spósito, la Colorada Majox, Marcos Vergara, Alejandra Lunik, Diego Parés, Gabriel Fix, Pablo Sapía, Esteban Podetti, Jorge Lucas, Silvio Kiko, Gustavo Salas, Marcelo Pulido, Luciano Saracino... y seguro que me olvido de muchos más.
De entrada nomás, tras el siempre grato encuentro con Eduardo Maicas y Cacho Mandrafina, posamos junto al amigo Marcos Amayo Acosta, a quien debo esta y otras fotos
Enseguida se suma nuestro querido maestro Lito Fernández
La silla en que me tocaba dibujar estaba ocupada por Horacio Lalia, nada menos
Más allá, Maicas empezaba a complacer a muchos de sus admiradores
Altuna fue de los que no le dieron tregua al lápiz
"Bueno, Horacio, descansá un poco, ya es mi turno"
Arrancamos dibujando un vikingo, a pedido del "consumidor"
No faltó quien me pidiera un Pato Donald
Altuna también dibujó una de sus tiras diarias allí, delante de todos, sin las infinitas preguntas y comentarios consiguieran demorar su pluma
Juan Pablo Maicas, hijo de Eduardo, cantó su emotiva Zamba para Juan Salvo
En el Quiosquito de Libros, al cuidado de Andrés Accorsi, alcancé a entrever algunos de mis libros, de los cuales tuve que firmar varios a lo largo de la noche.
Muchas más cosas hubo en esta noche impar: Combate de los Dibujantes, dibujantes cantores, muestra de dibujos, reportajes al paso, talleres "en vivo"... demasiado para una sola persona. Imposible estar en todas partes a la vez. Eso me lleva pensar que es una característica de esta época signada por la aceleración y la multiplicidad de hechos simultáneos, pantallas, videos, música, largas colas para recibir un dibujo del artista preferido, que conducen a una fragmentación de las percepciones, donde nadie puede contar cómo fue todo, sino solo la parte que le tocó; un poco como en el cuento de los ciegos que tocando un elefante tenían que contar cómo era y uno decia que era una gran pata, toro, una gran trompa, y así.
Pero, bueno, eso queda para la reflexión y el análisis. Nos llevamos la satifacción de haber compartido horas con los colegas, amigos y tanta, tanta gente interesada en nuestro arte: el dibujo, la historieta...
¡Hay futuro!
Muy buena reseña de Gastón Ocariz en Neoverso:
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