lunes, 24 de mayo de 2021

24 de mayo de 1971. Diario de la Aventura

Lunes 24 de mayo.

Y aguanté. En este escaso tiempo, vendiendo Curitas nuevamente, logré pagar los $6.000 de la academia y parte de lo de la pensión. El panorama parece mejorar, pero no para Mami: es terrible su pesimismo. Dentro de un rato me voy. Esta tarde trataré de entrar en Dante Quinterno por medio del argumento que les entregué hace casi 15 días; ya me llevo escrito otro. Del empleo en el ministerio, ni noticias. ¡A darle a las Curitas, nomás!


Desde los primeros días en Buenos Aires transité las editoriales en busca de aprobación para mis trabajos de aficionado y de trabajo. No venía consiguiendo ninguna de las dos cosas pero iba adquiriendo experiencia en el trato con los editores, que es lo que más necesita un principiante. 


Así fue como conocí al legendario Tulio Lovato, el dibujante estrella de la editorial Dante Quinterno; es decir, ¡de la revista Patoruzú! Un edificio enorme, lujoso, en mitad de Maipú al 900 me recibió fríamente. Lovato, en cambio, me trató con la cordialidad de un maestro que recibe a un joven e inexperto aspirante a colega. Comentó con piedad mis dibujos, me mostró originales de la historieta que estaban haciendo de Patoruzú, las que devoré con los ojos. ¡Al fin veía un original de historieta! Eran páginas bastante más grandes que las de la revista, y se dibujaban de un solo lado. Una prolijidad inconcebible relucía en esos trazos límpidos, precisos, muy distantes de lo que yo había llevado.


Finalmente, me propuso escribir guiones. No salía de mi asombro, pero me dijo que le habían gustado los guiones de mis historietas y que por ahí podía andar más fácil la cosa, al menos para empezar. Me envió a ver a otra ,leyenda de la editorial, Mariano Juliá, supervisor de los guionistas, quien luego de una amable charla me entregó una especie de manual con todos los requisitos que debía incluir un buen guión de Patoruzú. Ese día salí de allí sintiendo que llevaba un tesoro en mis manos. 

No tardé en concebir ideas y escribir borradores, que esperaba tuvieran mejor suerte que mis dibujos.

martes, 4 de mayo de 2021

4 de Mayo de 1971. Diario de la Aventura

 Domingo 4 de mayo de 1971.

¡Pero ojalá ya tuviera el trabajo en el ministerio! Porque con el Geniol me fue malísimamente y quedé en bancarrota. Mami, conmocionada, trata de que me quede y abandone todo; no sé qué hacer, si me voy puede pasarle algo...   ¡Oh, destino! ¿Qué hago?... En la escuela, todo va bien; el problema es pagarla. En la pensión me traicionaron: cuando volví me habían cambiado de habitación y mandado a un altillo, donde estoy solo, y Mami, desesperada. Todo parece venirse abajo; Éste es el momento de aguantar...


La idea de  "ampliar el negocio" vendiendo Geniol además de las Curitas, no funcionó para nada. Por algún extraño motivo, a la gente no le interesaban las aspirinas. ¡Tuve que volver rápidamente a la venta de los apósitos "color piel muy resistentes"! Pasé varios días casi sin recaudar nada de dinero, hasta que recuperé el nivel de venta anterior, transitando siempre las calles de Palermo, una por cada jornada. 



¡Encima, el disgusto de llegar un domingo a la noche, cargando la tristeza de dejar en la estación de Ramallo a mi madre y sus lágrimas y mi hermana soportando pacientemente lo que le esperaba, y encontrarme q mi habitación ya no era la mía! 

La llave no abría y yo no entendía por qué; hasta que, alertado por el ruido que hacía luchando con la cerradura, apareció el Gallego Alonso. Prontamente me advirtió que ahora mi habitación estaba al fondo, junto al lavadero, subiendo unos pocos escalones. Que allí estaría mejor, solo, más tranquilo, etc. etc. Eso me convenció un pco, ya que la convivencia forzada no era algo que soportara con alegría, por más que Marciano Arias fuera un compañero de pieza realmente macanudo. 

Empezaba a comprender que en la vida nada es definitivo, que todo cambia constantemente, y uno también cambia con las cosas que cambian. 
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