martes, 4 de mayo de 2021

4 de Mayo de 1971. Diario de la Aventura

 Domingo 4 de mayo de 1971.

¡Pero ojalá ya tuviera el trabajo en el ministerio! Porque con el Geniol me fue malísimamente y quedé en bancarrota. Mami, conmocionada, trata de que me quede y abandone todo; no sé qué hacer, si me voy puede pasarle algo...   ¡Oh, destino! ¿Qué hago?... En la escuela, todo va bien; el problema es pagarla. En la pensión me traicionaron: cuando volví me habían cambiado de habitación y mandado a un altillo, donde estoy solo, y Mami, desesperada. Todo parece venirse abajo; Éste es el momento de aguantar...


La idea de  "ampliar el negocio" vendiendo Geniol además de las Curitas, no funcionó para nada. Por algún extraño motivo, a la gente no le interesaban las aspirinas. ¡Tuve que volver rápidamente a la venta de los apósitos "color piel muy resistentes"! Pasé varios días casi sin recaudar nada de dinero, hasta que recuperé el nivel de venta anterior, transitando siempre las calles de Palermo, una por cada jornada. 



¡Encima, el disgusto de llegar un domingo a la noche, cargando la tristeza de dejar en la estación de Ramallo a mi madre y sus lágrimas y mi hermana soportando pacientemente lo que le esperaba, y encontrarme q mi habitación ya no era la mía! 

La llave no abría y yo no entendía por qué; hasta que, alertado por el ruido que hacía luchando con la cerradura, apareció el Gallego Alonso. Prontamente me advirtió que ahora mi habitación estaba al fondo, junto al lavadero, subiendo unos pocos escalones. Que allí estaría mejor, solo, más tranquilo, etc. etc. Eso me convenció un pco, ya que la convivencia forzada no era algo que soportara con alegría, por más que Marciano Arias fuera un compañero de pieza realmente macanudo. 

Empezaba a comprender que en la vida nada es definitivo, que todo cambia constantemente, y uno también cambia con las cosas que cambian. 

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