lunes, 5 de abril de 2021

11 de Abril de 1971. Diario de la Aventura

Domingo 11 de Abril

Así es: volví; pero esta noche parto. Llegué el jueves... no, el miércoles... ¡no!: el jueves a las ocho de la mañana. Acá Mami tironea para que me quede. Están muy tristes las dos solas; pero el camino de mi vida es así: triste y solitario, y debo seguir. Sigo con las "Curitas"; pero ahora me independicé: mañana comienzo. Ya ha pasado más de un mes desde que me fui y aún el panorama se nota oscuro... ¡No hay nada! Mañana me inscribiré en la academia IDA. ¡Y que Dios colabore!

    El equipo salía todos los días rumbo a distintos barrios de Buenos Aires; así empecé a conocer la ciudad. Llegados al lugar de destino, alguna esquina , el jefe nos distribuía los destinos: "Vos por esa vereda, vos por esa otra, ustedes por la otra calle..." Y luego de un tiempo determinado nos reuniamos en otra esquina determinada, hacíamos cuentas y nos despedíamos hasta el día siguiente.

    Poco a poco fui puliendo mi "discurso", es decir, lo que decía cada vez que se abría una puerta delante de mí. Era más o menos así: "Buen día, señora,  estoy trabajando para pagar mis estudios, vendiendo estas Curitas color piel; son muy resistentes y sólo cuestan ..." tal vez el precio fuera cien pesos, no recuerdo bien.

    Uno de mis compañeros era un muchacho que me llevaba algunos años y andaba con muletas. Peinado a la gomina, bien vestido, era un vendedor "profesional", según decía; tanto, que no estaba muy de acuerdo con las condiciones de trabajo. tal vez sus comentarios encendieron en mi mente la idea de independizarme, y ser yo también un "profesional".

    Después de un mes de hacer este trabajo, ya me sentía capaz de emprenderlo por mi cuenta. No me parecía justo tener que entregar buena parte de mis ganancias al jefe del grupo, y ya había conversado con compañeros más cancheros, incluído uno que había probado suerte por su cuenta y le iba bien. Alguien me contó que las Curitas se compraban en la calle Pasteur y allá fui. Compré una buena cantidad y me preparé a empezar por mi cuenta.

   

    Uno de aquellos días en que buscaba trabajo, respondiendo a un aviso fui a la librería El Ateneo, en la calle Florida. Allí se daba un curso acelerado para futuros vendedores de libros de la empresa. Soporté una sola clase. Sólo recuerdo que el que daba el curso nos detallaba las objeciones que podía oponer el comprador, y cómo responderle. Cuando hubo que representar la entrevista, para practicar, uno de los asistentes, antes de que la que hacía de posible clienta pudiera hablar, le dijo "Sí, ya sé que usted me va a decir "sí, pero...", así que para ahorrar tiempo,  le voy a demostrar que está equivocada..." con lo cual estalló la risa general. No continué con el curso.

    En otra ocasión, por otro aviso, fui a un departamento lleno de cajas como único amoblamiento. La persona que me recibió me explicó muy seriamente que se trataba de ir a ofrecer el contenido de las cajas, preservativos importados, a las farmacias. Quedé en pensarlo, y seguí buscando trabajo.

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