lunes, 27 de julio de 2015

Los años terminados en 5 tienen un no sé qué...

De pronto, promediando este año de 2015, y haciendo memoria, reparo en algo curioso: desde mis comienzos, en 1975, en todos los años terminados en 5 se produjeron decisivos cambios en mi carrera. Veamos...


En 1975, trabajando todavía en Producciones García Ferré, la editorial Columba, después de encargarme varias historietas de guerra, por sugerencia de mi maestro Lito Fernández, me confía la continuación de la serie Haakon, escrita nada menos que por Héctor G. Oesterheld y dibujada por Lito. Como su colaborador, yo venía dibujándole a lápiz esta serie, lo mismo que otras, desde comienzos de este año prodigioso, en el que también logré publicar en la editorial Record. Luego seguirían Dennis Martin de Robin Wood, y 3 X la Ley, otra vez de Oesterheld, hasta 1977, en que tomé otros rumbos.

Massaroli, Balbi, Mulko y Caliva en el estudio de Jaime Díaz, 1986

En enero de 1985, el dibujante chaqueño Jaime Díaz, de regreso de Estados Unidos,  nos convoca a Ramón Gil, Alberto Caliva y un servidor, para integrar el equipo de layoutmen en su estudio de animación. El motivo: se trataba de dibujar una nueva serie para Hanna-Barbera: Galtar and the Golden Lance, de fantasía heroica, y que por lo tanto necesitaba dibujantes que dominaran este tipo de dibujo. Ese fue el comienzo de una relación de trabajo que duró diez años, en la que dibujé todo tipo de personajes, desde Los Picapiedras hasta Los Pitufos, y en la que al fin pude cerrar el círculo volviendo a mi primer amor, la historieta, esta vez con personajes de Walt Disney.


A mediados de 1995, el genial dibujante Daniel Branca, recién llegado de Europa, me ofrece la posibilidad de dibujar las historietas del Pato Donald con destino a la editorial Egmont de Dinamarca, para la que él colaboraba desde hacía casi 20 años. No fue fácil, ya que se trataba de un trabajo muy exigente, pero tras varias páginas de muestra, logramos, mi pasador a tinta Raúl Barbero y yo, iniciar una larga relación de trabajo (15 años, la más prolongada de mi carrera, hasta ahora) con la editorial danesa. Más de 130 historietas, cerca de 1500 páginas, quedan en poder de Walt Disney y continúan publicándose en todo el mundo, como testimonio de tantos años de trabajo.


A fines de 2005, recibí una invitación que marcó un giro más en mi carrera. El empresario Beto Noy preparaba la presentación de sus novedosos pesonajes Los Grutynos en Las Grutas, Río Negro, y para darle más brillo decidió invitar a participar del evento al dibujante de Nippur de Lagash, Sergio Mulko, y a un servidor, además de quienes habían colaborado con la creación de estos personajes. A partir de ahí, por un lado, comenzaron mis viajes a muchas ciudades del país y del exterior, invitado a eventos y convenciones de historieta como Dibujantes de Rosario, la ExpoComic de Chile, la Caracas Comic Con, la FIA de Costa Rica y muchas más, y por otro, una nueva y satisfactoria tarea como guionista de la tira de Los Grutynos, dibujada por Ramón Gil y Raúl Barbero, que se prolongó hasta 2008.

Y ahora... tal vez sea demasiado pronto para determinar qué hecho ocurrido o por ocurrir a lo largo de este año de 2015 tendrá una importancia significativa en mi carrera. pero... ¡confío en la magia del número 5...!
¡El año que viene les cuento!

lunes, 20 de julio de 2015

Imagen Te Leo, conjunción de dibujo y literatura


La cita fue el miércoles 15 de julio en el Centro Cultural Villa Adelina. Los dibujos hechos hacía más de un año durante la Feria del Libro de Vicente López habían encontrado un texto aproopiado cada uno, en la pluma de excelentes autores locales. Allí estuvimos.



Allí me reencontré con un dibujo de mi personaje, Orquídeo Maidana. Y con el autor del microrelato inspirado en él, Leandro Surce.




Campeaba entre las 46 obras, un dibujo de un Patricio de la Vuelta de Obligado, que también supo inspirar un bello texto.

Con Malena Cejas, incansable organizadora, tanto de la muestra como de la Feria del Libro de Vicente López.


Con José Colamussi y Omar Iarlori, este último habitante de Villa Adelina, viejos y queridos compañeros de estudios en el IDA, ayer nomás. Fue una muy buena ocasión para reencontrarnos. 

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