martes, 14 de junio de 2011

Un soldado en las Malvinas

 Lo sacaron del cuartel,
Le pusieron en las manos
Las armas y lo mandaron
A morir con sus hermanos.

Se obró con suma prudencia,
Se habló de un modo prolijo.
Les entregaron a un tiempo
El rifle y el crucifijo.

Jorge L. Borges

A los pocos días del fin de la guerra de la Malvinas, en 1982, pasé por un quiosco y me llamó la atención la tapa de una revista de actualidad donde se veía una solitaria cruz de madera clavada en la nieve y de la cual colgaba un rosario. La imagen me conmovió profundamente, sobre todo al levantar la vista y comprobar que todo seguía igual en Buenos Aires: la gente se preocupaba de las cosas de siempre, nada hacía notar que acabábamos de perder una guerra.


Era la época en que la revista Caras y Caretas recibía generosamente toda idea nueva que les pareciera publicable, así que llevado por el sentimiento o la inspiración, dibujé estas dos páginas confiando en su publicación.  Lo sentía como un homenaje a aquellos soldaditos de 18 años que habían combatido valientemente, allá lejos, solos, entre un frío mortal y el fuego atroz de la guerra, un combate desparejo contra el Imperio Británico apoyado por los Estados Unidos. Un intento muy simple, vano tal vez pero sincero, de que no se perdiera su recuerdo entre el fárrago insensible de la ciudad.


 No fue tan fácil que se publicara esta historieta, sin embargo. El director, Héctor Alberto Descalzi y su segundo, Ricardo Hugo Propato, determinaron que no eran momentos para revolver heridas. Tal vez tenían razón. Por eso me sorprendió cuando al año siguiente, ellos mismos me pidieron la historieta para publicarla en el primer aniversario de la guerra. Así fue como al fin vio la luz  ¡Soldadito! en la Caras y Caretas2197 de abril de 1983.


Los originales se perdieron nunca supe cómo. Por suerte me quedó un ejemplar de la revista. Hoy, al recordar un aniversario más de aquel hecho tremendo que los argentinos no debemos olvidar, quiero compartir con todos esta pequeña y modesta contribución a la memoria de los héroes que dieron su vida por la Patria.

4 comentarios:

  1. La indiferencia del último cuadro era un presagio, sin dudas. Que el recuerdo perdure, como en este caso, a través del arte.

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  2. José: Me dejaste regulando con esta historieta, fuerte y muy sentida. El cuadro final, terrible, refleja cómo se vivió la guerra en distintos puntos del país.
    Más de un ex combatiente me ha comentado lo bien que se sienten cuando vienen a Patagonia, porque se sienten valorados y respetados. Por estos lados se la vivió de distinto modo, ya que las tropas, los aviones de combate y de transporte, salían desde aca o bien traían a los heridos. Aún recuerdo los apagones en la ciudad cuando se pensaba que venían a bombardear a Comodoro, los simulacros de bombardeo en el colegio (yo tenía 10 años), las calles llenas de tanques de guerra, los alrededores con radares, etc. Esto lo cuento para que se vea el por qué acá se sienten respetados, porque en cierto modo aca se fue parte de la guerra, desde el continente. Eso es algo que no se olvida y por eso a los ex combatientes se los siente tan cercanos, se los respeta.
    Bueno, espero que este mensaje no haya sido mucho divague.
    Una joya la historieta

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  3. Gracias, Netomancia y Alejanndro, por sus comentarios!
    La indiferencia vino después, alentada por el poder y los medios de comunicación, pero el sentimiento en el pueblo sigue firme en lo profundo. Tengo un recuerdo de cuando parecía que se venía la guerra con Chile, en 1978, cuando un tren con soldados que iban hacia el sur se detuvo en Villa Ramallo, donde yo estaba, y la gente iba a la estación a darles no sólo ánimo sino comida, ropa...

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  4. LA ÚLTIMA VIÑETA ES MÁS DOLOROSA QUE LA ESCENA EN LA QUE EL SOLDADITO ES AMASIJADO A BALAZOS. TREMENDO.

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Me interesa mucho tu opinión...

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