LA HISTORIETA HISTÓRICA Y GAUCHESCA
(2a parte) José Massaroli
El 24 de Mayo apareció el N°6 de esta excelente publicación digital del Instituto de investigaciones en Folklore y Artes Popilares (Área Transdepartamental de Folklore, Universidad Nacional de las Artes), que trae, entre una notable cantidad de notas de indudable interés para la cultura nacional, la segunda parte de mi estudio sobre la evolución de la Historieta Históirica y Gauchesca en la Argentina. He aquí el comienzo de la nota:
Héctor Germán Oesterheld venía escribiendo guiones para la editorial Abril, donde había creado personajes de enorme éxito, como Bull Rockett y el sargento Kirk. En cuanto a este último, la intención original de Oesterheld era crear un desertor del ejército de línea en la pampa argentina, a la manera de Cruz en el Martín Fierro, pero el editor propuso que fuera un desertor del ejército yanqui −que se había dedicado a exterminar al aborigen con la misma saña que el nuestro−, cuya imagen se había impuesto en el mundo como la de “los buenos” por el poder económico de la industria cultural norteamericana. Así se escribía la historia.
El guionista que cambió la historia
En 1957, en busca de una mayor libertad creativa, Oesterheld decide fundar su propia editorial; llama a los mejores dibujantes, Pratt, Breccia, Del Castillo, Roume, Solano López, y suma al ilustrador Pablo Pereyra como jefe de arte; éste crea el célebre logo de la editorial Frontera, con un indio pampa oteando el horizonte parado sobre el lomo de su caballo.
Muchísimos personajes e historias unitarias fueron saliendo de la inagotable pluma de este genio creador que dotó a la historieta de la madurez y humanismo de que adolecía hasta el momento. “El Eternauta” sería su mayor logro, considerado como la obra cumbre de la historieta argentina, donde se percibe la sombra ominosa del golpe militar que derrocó al peronismo en 1955. Entre sus trabajos más representativos, podemos citar “Lucky Piedras” (firmando con el seudónimo C. de la Vega), dibujada por Carlos Cruz, en Hora Cero Semanal en 1957; “Patria Vieja”, con dibujos de Carlos Roume, en 1958, continuada en 1960 por Juan Arancio, del cual derivó “Nahuel Barros”, igualmente dibujado por Roume, para editorial Frontera. También de ambos autores, “Pichi”, las aventuras de un perrito de la pampa, en Frontera Extra; todos trabajos memorables, no sólo por los guiones sino por el pincel de Roume, un extraordinario ilustrador; y “Santos Bravo”, de Juan Arancio, publicada en 1960 en Hora Cero Extra.
En una nota para la revista Dibujantes, contando cómo creaba sus personajes, Oesterheld hablaba de la necesidad de contar con héroes propios, “de acá”: “Patria Vieja nació del deseo largamente acariciado, y que nunca había podido realizar, de hacer una gran historieta con nuestro pasado; siempre creí que lo nuestro puede ser por lo menos tan aventuroso como lo exótico. Aquí también el dibujante, Roume, sabe agregar lo suyo; pone alma en el dibujo, y la historieta toda cobra una humanidad que desde ya obliga y espolea al autor. La misma inclinación a lo nuestro originó el Rolo, Joe Zonda y Lucky Piedras; nacieron de un deseo de ver a personajes de aquí viviendo aventuras fuertes, serias o alegres. ¿Acaso el vigor, la alegría aventurera, son sólo patrimonio sajón?” (Trillo y Saccomanno, 1980: 125).
Agradeciendo, como siempre, la generosidad del historiador Hugo Chumbita, director de DeUna Folklore, al ofrecerme espacio en esta revista de colección, los invito a leer la nota completa (¡y toda la revista!) en:
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