lunes, 2 de diciembre de 2019

Homenaje a Felipe Ávila, a un año de su partida

Hasta hace un año, se nos fue Felipe Ávila, un querido compañero y amigo. Desde su prematura partida, un ejemplo para siempre y un recuerdo agradecido, risueño y emotivo a la vez por tantas cosas compartidas en este maravilloso mundo de la historieta que tanto amó.

Agradezco las fotos de Victoria Ávila, Sonia Omo, Gabriel Bianchini, y otros amigos. que complementan las propias.


Lee Sergio Ibáñez una emotiva carta de Ernesto Parrilla, gran amigo y compañero de incontables creaciones de Felipe

Felipe, en la visión de Mar Carper

Felipe en la visión de Raúl Ávila 

Le hubiera encantado estar rodeado de los huellas del gran Héctor Oesterheld, al que le dedicó libros, notas, dibujos



Una de sus últimas historietas 

Las revistas y libros de Rebrote, donde la peleamos juntos

Cuadernos, blocks, todo servía para su inspiración incesante


Entre otras, la última página de La Vuelta de Obligado, donde Felipe se pasó a tinta a sí mismo (está a la izquierda, abajo)

Judith Gociol, a cargo del Espacio Historieta de la Biblioteca Nacional, hace las presentaciones

Juan Rozz, un maestro de ceremonias con sentimiento y justeza




Lee Jorge Morhain su entrañable recuerdo de Felipe

Hermosa y conmovedora carta leída por su autora, Victoria, hija mayor de Felipe


"Primero que nada con mi mamá Laura y mi hermano Gonzalo queremos agradecerles a todos lo que vinieron hoy, y principalmente a los amigos de mi papá que tuvieron la idea de gestar este encuentro. Porque como hablábamos ayer con Ernesto Parrilla, a mi papá siempre le preocupó el intentar reconocer a todos, y creo que es justo esta vez poder hacerlo por él. Y principalmente porque esta idea vino de sus amigos, de sus pares, que son las personas que él respetaba, elegía y admiraba. Y especialmente hoy a Marcelo Bukavec, José Massaroli, Jorge Claudio Morhain, Ernesto, Martha Barnes y a todos los que organizaron esto. Queremos aprovechar a agradecer también la cantidad de nuevas antiguas anécdotas que nos fueron acercando muchos en este tiempo, en las que aún sin haber presenciado mucha de ellas, podemos reconocerlo al 100% a mi papá, y de alguna forma nos regalan un segundo tiempo juntos. La verdad es que me costó muchísimo pensar en qué decir hoy, porque siento que nada que yo pueda decir sería suficiente.

Pienso que el hecho de que se esté por cumplir este primer aniversario nos convoca casi ineludiblemente a sus seres queridos a reflexionar y pensar en lugares comunes: como la pérdida, la tristeza, la ausencia, o la muerte. E incluso recordé una discusión que tuve un año atrás con una persona con responsabilidades en su trabajo que me dijo por teléfono que no se acercaba a visitarlo o a interiorizarlo de la compleja situación laboral que estaban atravesando porque le afectaría el ver a un hombre abatido. Y con esa idea quiero empezar.

En algún punto entendí que no me sirven los lugares comunes porque mi papá no era un tipo comùn, y mucho menos una persona abatida. Era una persona cálida, con mucho carácter, y con más presencia, y que estoy convencida de que no habría querido ninguna ceremonia solemne ni dramática en su memoria, ni únicamente nostálgica, porque él creía profundamente en la vida, era un fanático de la vida, y no solo creía en eso, sino que así vivía.

Un creador desenfrenado, lúcido, comprometido, generoso y estudioso. Un alma noble. Y sumamente solidario. Incluso este último año lo transitó con hidalguía, y una fé y buen humor inquebrantables, siempre creando, siempre acompañando, siempre pensando en plural, y siempre contagiando voluntades, y preservando un sentido de la comicidad y lo lúdico, sosteniendo el mismo espíritu lúdico que tenía de más joven cuando armaban películas caseras cómicas con sus amigos o con nosotros. Con una profunda sensibilidad, por el arte, y por lo colectivo. Dibujante talentoso y con una impronta sumamente propia y característica suya, fanático de lanús. un trabajador con conciencia de clase y de su historia, de la personal y de la colectiva. Fanático tanto como yo de los relatos y las charlas interminables. Aunque él siempre sabía de todos los temas más que la mayoría, algo que te compartía con una humildad tan inmensa como genuina. Como ya he dicho en otra oportunidad creo que nunca tomó real dimensión de lo mucho que sabía y de lo bien que lo transmitía.

Así y todo, claro que es ineludible el pensar en la muerte, porque la muerte es también ineludible. Por eso el tema es que hacemos en ese tiempo previo. Y creo que a mi papá lo refleja fielmente una frase que alguna vez cité ya de el padre Mugica, en “Peronismo y cristianismo”, que es un libro que siempre me fascinó por cómo logra relatar tan vívidamente toda su crisis con su sistema de pensamiento, que dice algo así como que más que la muerte, la máxima capacidad de la persona es la de entregar la vida en testimonio de sus ideas. Porque no hay grandes actos heroicos, sino que el gran acto heroico se prepara con el pequeño acto heroico cotidiano. Y creo que como peronista que fue mi papá, era plenamente consciente de que en nuestra historia hemos sido proscriptos, exiliados, torturados, perseguidos, desaparecidos fusilados, pero siempre supimos renacer con eje en nuestras convicciones, Y creo que este encuentro y los infinitos emprendimientos y creaciones que existan a futuro son su forma de renacer y de permanecer.

.
Pienso también que a cada momento en el que pudo haber sentido la proximidad con la posibilidad de un final, los convirtió en nuevos incentivos y focos creativos, registrando cientos de anécdotas cómicas familiares, y relacionadas a sus raíces, tanto como en las miles de hojas, guiones, dibujos, historietas, y proyectos editoriales para este año y en adelante que escribió y delineó con lujo de detalle durante estos meses.

Y esto me lleva a otro punto. Uno podrìa pensar que por la conciencia de su situaciòn es que creaba desenfrenadamente, pero al verdad es que no. Porque toda la vida fue así. La mayoría de nosotros necesitamos llegar a momentos extremos para reaccionar y accionar, pero él no. Él siempre fue así. Así hemos encontrado infinidad de papeles y papelitos, que ha escrito o dibujado durante toda su vida. pero infinidad. Hasta por eso creo que creía en la vida en otros planetas, o en civilizaciones perdidas, porque este mundo le quedaba chico a su cabeza, y a su capacidad de creación. siempre buscaba descubrir algo más, algo nuevo, así fuera alguna joya perdida en alguna pequeña librería.

Creo que uno siempre quiere recordar a las personas mejores de lo que eran o con lo mejor que tenían, pero mi papá realmente sembró en muchas personas un legado, y creo que principalmente contagió el sentido de que nada era irrealizable. Porque por delirante que pudieran ser a veces algunos de sus proyectos, él siempre se movía para efectivamente ponerlos en marcha y llevarlos a cabo, Era un convencido de que había que recuperar las joyas perdidas de nuestra cultura, y promover y divulgar a nuestros autores, pensadores, escritores, dibujantes e historietistas nacionales. Pero también más que un convencido, era un motor concreto para que todo eso efectivamente sucediera.

.
Y por último, quiero hablar ya no de la muerte, sino de la felicidad. Hace unos años hablábamos de sus raíces catalanas, de los poemas de Miguel Hernández, y esa charla terminó derivando en conversar sobre un tema de Serrat que dice uno de mi calle me ha dicho que tiene un amigo que dice, conocer a un tipo que un día fue feliz. Y creo que esa síntesis caracteriza al promedio de las existencias. Pero a él no, porque siempre supo para qué vivía y siempre vivió haciéndole honor a esa conciencia. Y eso lo hace irreemplazable y un imprescindible.

Y sobre este último tema, y ya para cerrar, quiero contar algo más, que es que en nuestra última charla juntos, hablábamos también de este libro que cité al principio, y él me dijo que le gustaba mucho algo que se plantea ahí que es que “uno en la vida para ser feliz tiene que hacer siempre, toda su vida, lo que quiere, no lo que tiene ganas. Pero sí lo que quiere. Y que hay una sutil pero fundamental diferencia. Porque uno puede tener ganas de muchas cosas, pero cuando tiene claro cosas que realmente quiere, en función de sentimientos profundos, nada lo puede doblegar. Ningún viento lo puede doblegar. Y me dijo, y cito: “yo aprendí de eso y siempre me afirmé en mis convicciones, dibujando, viviendo, dando charlas, yendo a escucharlas. Siempre ahí intente meter mis valores, hasta en la facultad como docente, hablando de diseño, siempre intentaba volcar las discusiones hacia cosas que tienen que ver con todo en lo que creo. Eso quiero siempre hasta que me muera, pensé”. Eso me dijo, y eso fue nuestra última charla.

Y por eso creo que fue feliz. Por que eso que me dijo en esta última charla construyó y defendió: una vida con sentido. Con creatividad, con constante creación, dinámica, y compartida. De esos últimos días también tenemos la carta de un nene con el que compartía internación que le escribió después de una charla que él les dio sobre historietas, unos veinte días antes de su fallecimiento que dice: “muy interesante la charla, no la esperaba y me gustó mucho. Informativa, bien explicada para el que desconoce tu conocimiento, el cual creo es parte de tu talento y trabajo, lo que te gusta y apasiona.”


Mi papá vivió haciendo lo que quería, ahí era feliz. Soñaba con tener una editorial y logró darle alma; quería defender con argumentos históricos todo eso en lo que creía y se vivió formando para poder sostener esas ideas y discusiones. Hizo eje de su existencia ese sentido del humor que tenía; fue un convencido de la necesidad de reivindicar, pero principalmente promover y divulgar activamente a nuestros pensadores y autores nacionales. pero no solo lo pensaba sino que actuaba en consecuencia. Toda su vida se agigantaba en cada proyecto que un escritor o dibujante nacional encaraba. Por eso fue feliz, porque siempre fue consecuente en sus decisiones con sus deseos profundos.

Y lo mismo nos transmitió y enseñó sobre la familia. Nos enseñó que el amor es una elección y una decisión a defender todos los días, que la familia se elige, y se construye. Que hermanos suyos eran sus amigos, y que sus amigos eran sus ídolos, las personas en las que creía y admiraba.

Y por todo esto creo que además de nuestro reconocimiento a mi papá, es tarea obligatoria de todos nosotros el siempre hacer que alguien más lea lo que escribió, o vea sus dibujos y sus creaciones, pero no solo las de mi papá, porque eso no le habría alcanzado, sino la de todas y todos los demás también. Porque él tenía conciencia de ser parte de algo más grande. Esa es su forma de renacer, esa es su forma de perdurar y trascender.

Y con mi hermano somos hijos de eso, de esa historia nuestra dignificada por todo lo que incorporamos de él. Que siempre va a ser menos de lo que hubiéramos querido compartir. Pero me quiero quedar con esa idea. Mi viejo siempre persiguió activamente la felicidad. Esa que no es una alegría superficial, sino la felicidad genuina de saberse en el lugar exacto, en el lugar elegido.


Y siempre voy a sentirme conmovida y agradecida porque nos haya ayudado a saber encontrar, identificar y defender a tiempo todo lo importante de esta vida."
Victoria Ávila



Martha Barnes, a sus 87 años, no podía faltar a la cita de quien fue su gran admirador y amigo

Finalmente, me toca recordar al amigo, extrañándome todavía de no tenerlo sentado al lado; tantas fueron las charlas que compartimos

Con los dos esforzados organizadores del homenaje: Gabriel Bianchini y Juan Rozz. A ambos los conocí por medio de Felipe, cuando Rebrote

Con José María Gutiérrez, responsable, junto a Judith Gociol, de la espectacular muestra-homenaje a H G Oesterheld

Morhaín, Mandrafina y Massaroli,  las tres M de la noche

Con Beto Lorenzo

Con Sonia Olmo y Martha Barnes

Con Mar Carper


Los que quedamos poco antes de cerrar, con Martha Barnes y Cacho Mandrafina, Jorge Claudio Morhain, Mario Andres Lessa, Germán Cáceres, Mario C. Carper, Sergio Ibáñez, Gala Giais, Gabriel Bianchini, Juan Rozz, Marcelo Bukavec y Roberto Beto Lorenzo 

También fueron de la partida Martín García, guionista, ex-director de Telam y conductor de la Agrupación Oesterheld, quien dijo unas sentidas palabras,  y Cacho Mandrafina y Quique Alcatena, dos maestros muy admirados y queridos por Felipe. 

Fue un muy merecido homenaje a quien tantos homenajes hizo a los historietistas que amaba, a la historieta argentina,a los olvidados de la "historia oficial",  y que, de alguna manera,  estoy seguro, estaba (y estará siempre) entre nosotros. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Me interesa mucho tu opinión...

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...